Se trata de avances tecnológicos que rompen con nuestros propios esquemas. ¿Escanear y producir una pieza del coche que no encontramos en el mercado al estar fuera de fabricación? Con la impresión 3D es posible. ¿Imaginar un modelo de calzado y trabajarlo de inmediato para patentarlo y poder explotarlo comercialmente? La impresión 3D te da esa solución. ¿Una prótesis? ¿Una fotografía? ¿El diseño de un edificio? ¿Un juguete? ¿Figuras y objetos de decoración? La nanotecnología sienta las bases de esta revolución tridimensional que va a cambiar el mundo. Y será muy pronto.
Prueba de todo ello es lo que se exhibió ayer en el Centro Cultural Las Cigarreras en el marco de la I Feria de Impresión, Diseño 3D y Nuevas Tecnologías organizada por la Asociación Maker de Alicante en colaboración con el Ayuntamiento de Alicante.
Un castillo de Disney montado e impreso por piezas en 3D; modelos de conocidos personajes de Star Wars y la ciencia ficción en general; y hasta se podría realizar «una orla con todos los estudiantes en 3D», comenta el ingeniero Eugenio Iñesta, de la Politécnica de Alcoy, cuando con un aparato se escanea el rostro de un asistente a la feria y, de inmediato, su perfil tridimensional se vuelca sobre la pantalla del ordenador.
«Hay quien piensa que esta es una tecnología muy cara y no lo es. Un escáner 3D bastante aceptable cuesta sobre 300 euros, aunque hay otras formas muy asequibles para trabajar como con una Kinect (dispositivo virtual de Xbox Microsoft, de unos 150 euros) o una webcam con láser de línea», explica respecto a una vanguardia que afronta tres principales retos: la calidad de las impresiones (cuanto más alta, más coste tendrá el producto que encarguemos); la velocidad (según la calidad demandada, y según el material, varía su tiempo y precio); y, por último, el tamaño de las impresoras (eso, obviamente, condiciona la altura del objeto seleccionado, siendo de momento muy limitado).
«El precio de una impresión varía por muchas variables, pero suele ser de unos euros (tres, cuatro, cinco euros...) por hora», matiza Francisco Martín, de TecnoImpresión 3D, de San Vicente del Raspeig.
«Aquí dentro (de la feria) hay muchos teléfonos móviles que son más caros que las propias impresoras», apunta Javier Alcántara, de la eldense Relieves 3D, y organizador de este encuentro junto a los también alicantinos Juan Carlos Castro (Fab Lab Alicante, de la UA) y Francisco Martínez (Clone Alacant). «Fíjate que las propias bobinas (materia prima que nutre a las impresoras 3D) oscilan con un precio de 17 a 22 euros, y de ahí te salen muchas piezas», añade.
«Esto es algo que ha venido para quedarse, y la feria nace con el objetivo de crear espacios en común y sinergias que puedan ser de interés. Aquí hay quien puede aportar el nivel de informática y de programación, y otros de diseño. Eso también nos resulta de interés», concluye Alcántara respecto a un evento que ha reunido también empresas de Valencia y Murcia.
«La evolución tridimensional pasa ahora por los materiales. Materiales que parecen madera, pero son plástico; materiales que parecen hierro, pero son derivados... vamos a tener muchas sorpresas en este campo», anota el alcoyano Eduardo Miñana, de 4TrueModels.
Otro de los grandes desafíos es el de "domesticar" estos dispositivos. En otras palabras: «Sería enviar el dispositivo por piezas a casa, donde el usuario, con un fácil montaje, pudiera tenerlo y poder hacerlo funcionar él mismo, como cuando te llevas los muebles de Ikea a casa y los montas tú mismo», apunta Roy Torgersen, de OpenROV, especializado en dispositivos de exploración submarina. «Igual que ahora tenemos todos una impresora de papel en casa, algo inimaginable tiempo atrás, algún día todos tendremos una impresora 3D», concluye.
