Transgresor y excesivo, David Bowie ha sido un referente cultural durante más de cuarenta años, además de fuente de inspiración para artistas y diseñadores que han versionado cientos de veces su exclusivo glam, un estilo que ideó para brillar en el escenario y que terminó forjando un icono.

«David Bowie es uno de nuestros referentes, un icono, un genio», explican los diseñadores Antonio Burillo y Juan Carlos Fernández, el dúo creativo detrás de la firma The 2nd Skin Co.

Estos creadores reconocen que Bowie, sin ser un diseñador de moda fue un trasgresor, un creador único, y entendió como pocos el valor de la imagen.

«Quizá esté loco, pero siempre he tenido una repulsiva necesidad de ser algo más que un humano (...) A la mierda, quiero ser un superhombre», expresaba Bowie en 1972, cuando publicó su cuarto álbum The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars. Y así ha sido, un superhombre, convertido en icono.

El británico solía hablar de sí mismo como la «Xeron Machine» una máquina fotocopiadora, porque recopilaba y absorbía ideas y conceptos de todas partes.

Con gran capacidad para reinventarse, este cantante camaleónico se construyó con los trazos de la pintura de Warhol, el sonido de la banda Velvet Underground y la estética del filme La Naranja Mecánica, de Stanley Kubrick.

Su verdadera transformación estética ocurrió en la década de los 70 en Nueva York, donde conoció a Andy Warhol, Iggy Pop y Lou Reed, juntos frecuentaban la famosa Factory, el estudio del pintor donde los hombres lucían vestidos, tacones, pendientes y se teñían el pelo.

David Bowie barajó talento, ambición y ambigüedad sexual, un cóctel que jamás dejó de agitar y que tanto ha influido en el mundo de la moda.

Solo el año pasado, la estética de Bowie estuvo presente en las colecciones de María Escoté, Agatha Ruiz de la Prada, Emilio Pucci, Anna Sui, Rodarte o Louis Vuitton, entre otras. Pero a lo largo de sus cuarenta años de carrera, David Bowie ha inspirado colecciones de mujer de Gucci, Balmain, Dries Van Noten o Givenchy.

Entre sus prendas fetiches, se encuentra la mítica americana de rayas horizontales y solapas enormes que Bowie solía combinar con ajustadísimos monos o con pantalones amplios y corbatas muy anchas.

Bowie cuenta además con una dilatada carrera en el cine, donde ha demostrado sus dotes interpretativas en una veintena de películas, cintas en las que ha interpretado desde personajes históricos como Poncio Pilato en La última tentación de Cristo (1988)o Nikola Tesla en El truco final (2006), a otros más irreverentes como el rey Jareth en Dentro del laberinto (1986).

El hombre que cayó a la tierra, de Nicolas Roeg, la historia de un alienígena que llega a la Tierra para obtener agua fue su primer papel en 1976 y en 1983 participó en Feliz Navidad, Mr. Lawrence, de Nagisa Ôshima, y El ansia, la aproximación al vampirismo de Tony Scott. Principiantes (1986), Encadenadamente tuya (1991); Basquiat (1996) o Zoolander (2001), fueron otras de las películas en las que actuó.