A sus 73 años, el cineasta británico Peter Greenaway mantiene intacto su espíritu trasgresor y su ambición cinematográfica. Su última película, Eisenstein en Guanajuato, lo deja en evidencia, pero también su discurso: «El cine se está muriendo muy rápidamente», ha declarado.

Se nota que es un discurso elaborado, que lleva en su cabeza mucho tiempo y que disfruta recitándolo casi de memoria. Aunque también lo lleva a la práctica. La última vez que fue al cine fue para ver Blue velvet, de David Lynch, año 1986.

«Mi gran preocupación es que tenemos un cine basado en el texto. El Señor de los Anillos, Harry Potter, incluso Godard o Lars von Trier. Todo el mundo se limita a ilustrar textos. No es una buena idea», sostiene.

«Otra cosa absurda es la pantalla única. Dos tercios del mundo se quedan detrás de tu cabeza. También creo que el cine usa mal a los actores. Pero lo más absurdo de todo es la cámara. Tenemos que cambiar todo eso para poder liberar al cine», proclama el autor de El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante.

Greenaway descubrió a Eisenstein a comienzos de los 60. El filme, que se estrena en España el 8 de enero tras su presentación en la pasada Berlinale, es un ejercicio entre la indagación documental y la fantasía que presenta al autor de El acorazado Potemkin como un personaje excéntrico que descubre su homosexualidad.