El que fuera director del Centro Niemeyer y gestor de Artes Escénicas del Ayuntamiento de Madrid, Natalio Grueso, acaba de publicar Woody Allen, el último genio (Plaza y Janés), un relato en el que se mezcla biografía y emociones para desvelar al Allen más frágil, más íntimo e, indudablemente, genio. «Yo quería ofrecer a sus seguidores una imagen diferente, quería mostrar al Woody Allen persona y no personaje, por eso este libro es una mezcla de biografía, conversación, ensayo sobre cine y ante todo, mi visión personal», explica el escritor.

Autor de las novelas La soledad y La suerte de los dados, Grueso ha aprovechado «la ocasión» de publicar este libro (el cineasta cumplió ayer 80 años), sobre todo «porque es uno de los grandes creadores vivos de nuestro tiempo, y un icono mundialmente conocido», apunta Grueso, fan declarado del neoyorquino desde su adolescencia.

El escritor ha dividido la obra en capítulos donde selecciona sus «genialidades», desde la juventud, como joven promesa, monologuista, cómico y mago, al Allen cinéfilo, músico o escritor, pasando por el enamorado de España, el afortunado, el existencialista o el que permanecerá en la Historia, el «eterno».

Cada uno de estos capítulos se ilustra con una foto y con una de las frases que Allen ha convertido en máximas, como «Lo mejor que te pueden decir en la vida no es 'te quiero', sino 'es benigno'», o «En Beverly Hills no tiran la basura, la convierten en televisión», aunque la favorita de Grueso es: «La cultura es el arca de Noé que nos salvará del diluvio de los cretinos».

El libro, además, cuenta con testimonios de Allen, rescatados de conversaciones privadas «con el límite de los secretos entre amigos», aclara el escritor, a la vez que inserta comentarios de otras personas que lo han estudiado o han tenido relación con él, como Joan Picanyol. A todas estas personas, explica, les pidió que lo definieran con una sola palabra y la palabra que todos usaron fue «genio»; las únicas críticas, comenta, se refieren a que «a algunos les resulta demasiado prolífico y que se repite un poco», sin embargo, añade, «él lo argumenta muy bien y, con su sentido del humor, dice que lo bueno de hacer tantas películas es que, por pura estadística, alguna saldrá buena». alicia g. arribas madrid/EFE