Conocida por sus comedias (A mi madre le gustan las mujeres, Semen, una historia de amor o 7 minutos), la argentina Daniela Fejerman, que recientemente ha presentado su película en los cines Panoramis de Alicante, se ha enfrentado como directora a su primer drama en La adopción, en la que narra la historia de una pareja española que llega a un país del Este a adoptar a un niño y donde el sueño inicial amenaza con convertirse en una pesadilla cuando los futuros padres se ven envueltos en un sistema donde reina la corrupción.
Basada en su propia experiencia cuando adoptó a su hijo en Ucrania, Fejerman señala que «esta es mi película más personal, desde luego, pero aunque la historia de mi adopción fue mi punto de partida, está construida como una película, también se nutre de otras historias y está escrita con otro guionista, Alejo Flah, para intentar tener una mirada más objetiva».
Asegura que no pensó en la película como una guía para padres que van a adoptar en países del Este, sino como «un relato». «Las experiencias son muchas y muy diversas, aunque las emociones son similares, pero la película tiene una raíz para que todo estuviera cargado de verdad, y que no hubiera nada que pudiera parecer peliculero», explica la directora, que reconoce que sintió cierto temor a que la historia frenara a futuros padres en procesos de adopción similares, «pero el día del estreno tuvimos un coloquio y una madre que estaba en proceso agradeció ver las cosas como son y dijo que eso no le hacía variar su postura, así que no creo que sea disuasoria».
El peso de la historia recae en sus protagonistas, Nora Navas -«mi primera opción siempre», apunta la directoraNora Navas- y Francesc Garrido, «al que hice una prueba y vi que formaba una pareja increíble con Nora. El compromiso de ambos con la historia y con los personajes fue enorme y sin su entrega la película no sería lo que es», ya que la intención de Fejerman era contar también la metamorfosis de la pareja, «cómo vivir un proceso tan duro afecta también a la relación, porque es una historia que pone a prueba a la pareja y no hay preparación suficiente para eso. Lo que hace la película es vivir ese proceso».
En palabras de Fejerman, La adopción es «una historia de dificultad y de indefensión. Es una pareja que es arrojada a un mundo a vivir una aventura para la que no está preparada. Cree que está ya al final de un proceso y está al comienzo de otra cosa que se convierte en un relato kafkiano»
Para que la historia fuera lo más real posible, el equipo se desplazó a Lituania para un rodaje «en condiciones bastante extremas» donde el frío gélido, así como la complejidad lingüística, sirven para reflejar «el mundo extraño y hostil en el que no entienden una palabra» y donde la nieve «tiene presencia de personaje pero no es una nieve idílica ni bucólica».
La directora está contenta con el resultado «porque es la película que quería hacer y quien la ve la percibe como algo que le llega» y rechaza la adopción sea un acto de generosidad «porque si quieres ser solidario hay otros muchos canales. Uno adopta porque tiene deseos de ser padre».
Su próximo proyecto, que prepara con Ángeles González-Sinde, será una comedia sobre la relación madre-hija y Fejerman mantiene que «aunque cada historia tiene su dificultad, hacer una comedia me sigue pareciendo lo más difícil del mundo» y añade que, tras La adopción, «ahora me importa mucho la conexión con la verdad de las historias».
