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El símbolo del plato

Una gigantesca vajilla, con 600 recipientes culinarios, cubre y decora la plaza Santa María de Alicante

Los artistas Máximo González e Iván Buenader, en su exposición junto al MACA ayer en Alicante. héctor fuentes

¿Qué une más a los pueblos que un objeto tan cotidiano pero a su vez tan universal como un plato? Un plato como símbolo de la comida; como transmisión cultural; como herencia; como paso del tiempo; como objeto de decoración; como solidaridad; como un reflejo de nuestra familia, de nuestros orígenes o de nosotros mismos.

En esta filosofía se encuadra la iniciativa de los argentinos Máximo González e Iván Buenader, quienes ayer cubrieron con una gigantesca vajilla, compuesta por más de 600 platos, la plaza Santa María de Alicante. Un acto que, en colaboración con la Galería Aural y el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (MACA), aportó un punto de reflexión con un panorama colorido y variado.

Para este montaje, González y Buenader solicitaron ayuda de toda Alicante, y especialmente de vecinos de la zona, quienes donaron sus platos, de todas las clases y tamaños, para esta actividad que también ha tenido un componente internacional. De hecho, muchos de los platos han procedido de Bombay o Praga.

«Esto empezó hace 13 años en Buenos Aires, y se hizo en Uruguay, República Checa, México, La India, Francia y en otros lugares, convocando amigos y gentes de todo el mundo, vía redes sociales y demás», señala Máximo González, especialmente sorprendido y feliz por la buena acogida que ha contado la actividad en Alicante.

«El plato es una cosa simbólica, es el reciente que te da el alimento. Un plato es un momento con la familia, cuando uno se sienta a comer y se comparte, o desde el momento de transmisión cultural. Porque eso pretende esta actividad; concienciar sobre la transmisión cultural. Es el plato un momento importante de nuestras vidas, una simbología aquí y en cualquier rincón del mundo, porque hay lugares donde se come sobre la mesa o en el suelo, pero siempre con un plato», apunta González, quien conoce desde hace muchos veranos Alicante y estaba deseando poder llevar a cabo este montaje aquí.

El proyecto ha crecido y evolucionado desde sus inicios, y de hecho Máximo González e Iván Buenader siguen su camino, su curso, entre las cerca de 3.000 piezas que ya llevan reunidas y que persiguen un segundo objetivo como la importancia de la donación.

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