Todo el mundo habla de Plutón. Muchos lamentaron su eliminación del «club de los planetas» cuando en 2006 la Unión Astronómica Internacional (IAU, por sus siglas en inglés) decidió que no cumplía uno de los requisitos necesarios para ser considerado como tal. Dichos requisitos son tres: 1) orbitar alrededor del Sol, 2) tener una forma aproximadamente esférica y 3) haber limpiado su órbita de objetos de similar tamaño. Este último requisito fue el que determinó su salida de este «club». ¿Porque Plutón no está solo?

Este explaneta se encuentra 40 veces más lejos del Sol que la Tierra, más allá de la órbita de Neptuno. Su tamaño es incluso menor que el de nuestra Luna, con un radio de unos 1200 km (algo más grande que la Península Ibérica). Recientemente, la misión espacial New Horizons de NASA, tras 9 años de viaje por el Sistema Solar, llegó a este planeta enano (como es considerado ahora) y tomó por primera vez imágenes en alta resolución de su superficie. Las imágenes y datos tomados por las diferentes cámaras e instrumentos de esta misión nos han permitido detectar evidencias de agua helada en su superficie así como posibles moléculas orgánicas, y empezar a tener una idea de la composición química de su atmósfera.

Sin embargo, en su camino alrededor del Sol, a Plutón le sigue un compañero de aventuras del que poco se había hablado hasta ahora. Un barquero que lo guía en su silencioso trayecto por el Sistema Solar. Ese es Caronte. Conocido en la mitología griega como el barquero encargado de transportar las almas de los recién fallecidos de un lado al otro del río Aqueronte, y recuperado para este mismo fin por Dante en su Divina comedia, Caronte desempeña un papel fundamental en este binomio planetario. Aunque en muchas ocasiones se refiere a este objeto celeste como la mayor luna de Plutón, lo cierto es que Caronte es tan solo la mitad de grande que su compañero y solo 10 veces menos masivo. Ambos cuerpos se encuentran orbitando alrededor de su centro de gravedad. Por ello, este sistema podría ser considerado como un «planeta binario». Dos cuerpos de tamaños similares, orbitando uno alrededor del otro, en una danza alrededor de su centro de gravedad. Este compañero de Plutón fue descubierto en 1978 por el investigador James W. Christy del Observatorio Naval de Flagstaff (Phoenix, Estados Unidos). Algunos años más tarde se detectaron otros 4 objetos menores orbitando alrededor ambos, es decir, 4 lunas del sistema Plutón-Caronte. Además, en los últimos años se detectó lo que podría haber sido el décimo planeta del Sistema Solar, Eris, con un tamaño similar a Plutón y con una órbita tres veces más lejana. La detección de Caronte es crucial en la eliminación de Plutón como planeta ya que su presencia indica que Plutón no ha limpiado su órbita de objetos de tamaño similar. Asimismo, la detección de Eris motivó el replanteamiento del término «planeta» que en 2006 terminó por definirse con la resolución de la IAU.

El interés científico en Caronte se ha incrementado en los últimos meses gracias a las imágenes de la sonda New Horizons que revelan intrigantes estructuras en su superficie, inesperadas por el equipo científico de la misión. Un gran número de cráteres indica un pasado con abundantes impactos meteóricos. El color rojizo en uno de los polos se asemeja al que muestra Plutón en uno de sus costados, lo cual podría revelar un pasado común, quizá similar al que dio lugar a la formación de nuestra Luna. La característica más significativa y enigmática de este interesante objeto es una gran falla de más de 1600 kilómetros de longitud que pareciera partir el planeta en dos. Se está trabajando en diferentes teorías para explicar dicha formación. Una de ellas consiste en la existencia de un océano de agua en el interior que pudo haberse congelado en cierto momento. Al congelarse, el agua aumenta su volumen en alrededor de un 9% y por tanto se expande, de modo que podría haber quebrado la superficie de Caronte durante este proceso.

El sistema Plutón-Caronte es único en el Sistema Solar. De hecho, entre los casi 2000 planetas extrasolares conocidos (planetas fuera de nuestro Sistema Solar, girando entorno a otras estrellas), aún no se ha podido detectar ningún sistema análogo, con dos planetas de tamaños similares orbitando uno alrededor del otro y ambos entorno a su estrella. Por todo ello, la exploración de este «planeta binario» nos puede proporcionar importantes pistas sobre la formación del Sistema Solar y su posterior evolución, factores clave en el desarrollo de nuestro planeta tal y como lo conocemos y, por ende, en el surgimiento de la vida en la Tierra.