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Historias que cuentan los platos

Los argentinos Máximo González e Iván Buenader animan al público a participar en una instalación colectiva donando sus platos

Historias que cuentan los platos

Platos de plástico, de loza, con dibujos, rayados, con desperfectos, de colores, hondos, llanos, grandes, pequeños... En cualquier parte del mundo hay platos con una historia detrás y los artistas argentinos Máximo González e Ivan Buenader llevan una década recopilando la memoria de estas piezas que la gente voluntariamente les entrega.

Hasta el sábado, los ciudadanos que lo deseen pueden participar también donando sus platos en el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (MACA), ya que ese día los artistas crearán con ellos una instalación artística sobre el suelo de la plaza de Santa María, invitados por la Galería Aural y el museo alicantino.

Este proyecto se llama Herencia, ya que comenzó con una herencia que recibió en 2001 Iván de su abuela y sus tías, «unas cajas de platos de todo tipo y de tres generaciones distintas, que empezamos a poner sobre el piso y vimos que quedaba lindo», explican, tras añadir que posteriormente fueron invitados a exhibirlo en Uruguay con piezas prestadas que devolvieron y la siguiente ya fue con platos que la gente donó.

«En 2004 empezó a llamarse Herencia, la gente nos cuenta la historia de su plato o nos deja sus textos y los vamos recopilando. Luego les hacemos una foto y se la mandamos para que vean cómo queda su plato en el conjunto», que ahora forma parte de otra historia compartida.

El proyecto va creciendo y evolucionando. Desde entonces han reunido cerca de 3.000 piezas de una veintena de ciudades y países distintos y, ante la dificultad de exhibirlas todas juntas, van mutando en cada instalación, a la que se suman otras nuevas: «La vez que menos nos trajeron fueron 25 platos; la que más, 600».

A la de Alicante, que es la primera que realizan en España, han llegado con cerca de 400 de estos objetos, procedentes de la India y de Francia principalmente; el resto se encuentra en México DF, donde ambos residen.

«Lo que queremos es crear una conciencia de donar, de dar, de despegarse de las cosas y de transmitir la cultura a través de piezas que son importantes para uno, y el plato es un símbolo. Todo el mundo se reúne alrededor de un plato y luego queda como un recuerdo de transmisión y de pertenencia a un grupo mayor, de crear comunidad, al practicar este ejercicio».

Entre las historias que esconden los platos, hay quien se desprendió de una gran pieza de Talavera de la Reina por tratarse de un regalo de una cuñada a la que la dueña le tenía ojeriza; quien quiso pasar página tras una ruptura matrimonial con la última pieza de la vajilla compartida; o quien no tenía valor de desprenderse de un plato rajado que no utilizaba por su valor sentimental.

«Hay gente que sigue el proyecto y va sabiendo por dónde va viajando su plato», apuntan, aunque también se han roto algunos con tanto trasiego, y a veces incluso se pegan y, aunque las historias no se muestran, «tenemos el listado completo y nos acordamos de muchas de las historias».

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