«Es una cuestión de respeto. Convertir esta historia en una novela es un salto al vacío y quiero estar a la altura y "no manchar". Me considero contador de historias y aunque tengo ya dos novelas publicadas, esta es la primera de verdad. Lo otro era yo jugando a escribir novelas», revela.

La protagonista es Alice Williams, una mujer de 33 años, con un hijo y embarazada de otro, que se obsesiona con descubrir por qué su marido, muerto en accidente, iba a una isla de solo 500 habitantes cerca de Marthas's Vineyard. Ha situado la acción en Estados Unidos, donde ha vivido, «sumando distintas épocas», cerca de cinco años, porque cuando ya tenía la idea en la cabeza viajó por la costa de Nantucket, Cape Cod y Martha's Vineyard y vio que tenía que ser allí, «en ese paraíso de rancio abolengo y ballenas», donde tenía que estar su isla. «Me fascina la sociedad americana. Me fascina que todo sea siempre tan pulcro, tan correcto, que todo esté bien. Aquí nos enfrentamos y nos decimos las cosas a la cara», sugiere sobre la trama.

Quiere A Alice, como quiere a los «héroes» de sus filmes Azuloscurocasinegro o Gordos, y la trata con la mayor piedad porque no le gusta juzgar a la gente y menos aún a la que está atrapada en sus circunstancias: «Las de ella son las peores que puedo imaginar».

También es «muy intencionado» que las protagonistas de la novela sean mujeres -Julia Ponsky, el seudónimo con el que se presentó al premio es uno de los personajes- porque «tenía una deuda pendiente con el universo femenino». «He escrito poniéndome en su piel; le he "robado" a todas las mujeres de mi vida cosas para ello. Me gustaría que cualquiera que la leyera pensara que la había escrito una mujer», admite.

La isla de Alice empezó siendo un guión, pero era «tanto lo que quería contar» que no lo podía condensar y aquellas «páginas y páginas» salían y entraban del cajón mientras rodaba Primos y luego La gran familia. «Y entonces pasó algo terrible, la enfermedad de la pareja de mi madre -el actor Héctor Colomé-, una de las personas que más he querido en mi vida, y necesitaba agarrarme a algo para alejarme del abismo. Me agarré a la isla, me escondí en ella durante aquellos nueve meses de dolor y sufrimiento», recuerda.

«Tomé una decisión muy importante en mi vida. Era como quedarte sin nada porque yo me gano la vida con el cine. He llegado aquí con el agua al cuello. El dinero del premio -150.000 euros- no me acerca a mi sueño de ser asquerosamente rico, pero es un alivio importante», bromea.

Le cuesta mucho «encasillar» su novela pero cree que es «un thiller, una novela intimista, un drama costumbrista con toques de humor pero, sobre todo, una historia de superación, sobre lo que es necesario hacer para seguir en pie».

El madrileño decidió presentarse al Planeta «por ilusión y ambición», porque, confiesa, no quiere ser «un grito en el desierto», quiere que la gente le lea y que todo el mundo sepa que ha escrito una novela. «Fue una decisión mía. Era consciente de que entraba en un juego en el que compiten muchas novelas y también se que esto es parte de un proceso, no un fin en sí mismo», precisa.

Le contó que se presentaba a sus «íntimos», entre ellos el actor Quim Gutiérrez, presente en la gala, pero al decirle hace unos días que estaba entre los diez finalistas decidió inventarse que tenía que viajar con su madre a Barcelona para ir a una boda. «Ha sido emocionante y vertiginoso. En la cena del premio, rodeado de tanta gente -900 invitados, entre ellos Artur Mas o la ministra Ana Pastor- había veces que no podía tragar. Es que a mí me gusta estar solo en casa, con mi perro».

Le gustaría que su novela siguiera siendo una novela, y, si acaso, «una serie», «pero nada de películas». «Mi objetivo es que vuele y ya estoy pensando en otras historias para el cine. Cuando pueda parar me pondré a escribir otra cosa y no tendrá ya nada que ver ni con esto ni con lo que pensaba hacer en febrero. No todo lo que hacemos es digno de ser publicado. Soy muy exigente».