La película española El cadáver de Anna Fritz, ópera prima del director mallorquín Héctor Hernández, habitual guionista de series situadas en las antípodas como Los Lunnies, llevó ayer al Festival de Cine Fantástico de Sitges el debate sobre la moralidad de la necrofilia. Aunque el código penal español castiga la necrofilia con una pena de tres a cinco meses de prisión, esta filia sexual es una de las que la sociedad tiene codificada como tabú.

El argumento del filme es bien sencillo: la célebre actriz Anna Fritz ha fallecido, dejando un cadáver tan joven y bello que cuando tres amigos se cuelan en la morgue para contemplarla, no pueden resistirse a la tentación de traspasar los límites y deciden practicar sexo con el cuerpo inerte. El punto de inflexión de la trama se produce muy pronto, cuando la actriz despierta de su muerte. «La historia no es autobiográfica», confiesa el director, que encontró en Google una noticia de una muerta que había despertado tras ser violada. «Pero la necrofilia, en sí misma, no me interesaba, sino la situación extrema a la que se enfrentan todos los personajes», aclara.

Hernández, que durante la presentación recibió una corona de flores, aseguró que cuando escribió el guión tuvo en cuenta que «permitiera una producción sencilla, con pocos actores, pocas acciones complejas, sin cosas que se rompieran y todo en un único espacio; y además que con mucha planificación se pudiera rodar en poco tiempo y con poco dinero». En el trabajo interpretativo destaca la actuación del cadáver, Alba Ribas, inmóvil al principio y muy expresiva con su rostro y su mirada tras despertar de la muerte. El rtesto del reparto lo forman Cristian Valencia, Bernat Saumell y Albert Carbó.