El espacio urbano es materia de inspiración en el arte como en la literatura, cuando el escritor envuelve su relato de asfixia entre edificios y paisajes que le acorralan. Véase, por ejemplo, La lluvia amarilla de Julio Llamazares. Pero lejos del apartado literario, el arte también absorbe esta misma influencia y, como en la escultura y la fotografía, el espacio urbano marca la creación de nuevas obras que invitan a la reflexión. Véase, por ejemplo, la última exposición del escultor alicantino Isidro Blasco en la galería Carvalho Arte Contemporánea de Lisboa.
Capitales de todo el mundo como Nueva York, Washington, Madrid o Valencia son captadas y transformadas por el artista alicantino en esta muestra con más de 30 piezas en un montaje que le ha llevado medio año de trabajo.
En colaboración con la arquitecta alicantina Laura Abad y Elyssa Sykes-Smith, artista de la National Arts School de Sidney, Isidro Abad aporta nuevos puntos de vista de los que nos rodea y lo que somos, puesto que lo que nos configura y determina son estos mismos paisajes urbanos:
«Me interesa mucho llegar a una ciudad nueva y buscar uno de los edificios más altos, subirme si se puede, y pasar allí unas cuantas horas tomando fotos de todo lo que se ve. Creo que desde ese punto privilegiado, desde arriba, se ve, se huele y se oye la ciudad de otra forma. De una forma más abstracta. Y después de un tiempo de contemplación empiezas a fijarte en la configuración urbana, en las calles, en las zonas verdes y en las zonas de edificios altos y bajos. Es como ver la ciudad como un crecimiento orgánico que hemos creado creyendo que era de forma "racional". Lo mismo me interesa de las líneas de transporte, en especial la de Nueva York», señala Blasco, quien agrega:
«He tomado miles de imagenes de las estaciones y de las escaleras hasta el andén y también de las entradas desde la calle. Y con todas ellas, poniéndolas concatenadas, he construido unas obras que yo llamo de crecimiento orgánico, también buscando esa distancia desde donde ver la realidad de forma más abstracta».
De este modo, Blasco «reconstruye» estos espacios, con imágenes planas que pasan a formas en 3D, creando un «lugar intermedio que es dinámico, porque tiende a uno de los dos estados de los que surge».
«Se aproxima a los escenarios teatrales de la representación donde algo va a ser actuado. En el caso de la ciudad donde vivimos, nosotros somos los actores, claro está. Y esto enlazaría con las sociedades democráticas modernas, donde el ciudadano es el que puede decidir la narrativa de lo que se va a actuar. Y pienso que esto ha sido siempre nuestra meta», apunta.
En cualquier caso, los significados que aprisionan estos espacios no son tal sin los ciudadanos y transeúntes que pululan por sus calles. Son la materia, el verdadero sujeto, que dota de vida a estos lugares.
«Después de haber tomado miles de fotos en el metro de Nueva York y de haber realizado un montón de configuraciones de crecimiento y desarrollo orgánico, como las que se pueden ver en esta exposición en Lisboa, me han sorprendido pequeñas secciones de estas mismas tomas. En ellas se ve a una persona que se acerca a la cámara y su cuerpo está cortado por la mitad, pero en la siguiente foto se ve la otra parte del cuerpo, pero ya más lejos o más cerca, depende de hacia dónde se dirigía. Ahora pretendo hacer obras con solo dos o tres imágenes en las que aparecen estos "ciudadanos" moviéndose. Están yendo hacia alguna parte y discurren por estos túneles y escaleras. No sé a dónde me llevará este nuevo trabajo, pero es quizás lo que decíamos antes del "actor" que utiliza estos espacios urbanos, donde se crea una narrativa. Un espacio democrático sin duda con una clara indicación temporal», indica Blasco, quien mantiene de momento esta vía de trabajo, búsqueda e investigación para una futura exposición.
