El revuelo se formó cuando por el salón del otrora Cibelespacio asomó la nube que envuelve siempre a la vicepresidenta del Gobierno. Entre stands de Mercedes, un espacio fashion donde destaca un cava genial ( a la sazón el curioso y muy rico Viña Conchita), revistas del gremio universo moda ( Yo Dona, Telva, Woman...), un sinfín de niñas y menos niñas absolutamente entregadas a la causa de la moda española, famosos en gira y un solicitadísimo stand de Solan de Cabras... entre esos cientos de metros de moqueta por donde hemos corrido prensa, vips, agencias y todo el mundo durante cuatro días... por ese mismo espacio pasó muy simpática Soraya dispuesta a sonreír y desplegar encantos a diestro y siniestro mientras apoyaba a la gran apuesta de la moda de nuestra tierra en España y en el mundo, porque Juan Vidal puede decir con mucha razón aquello de «de Elda a París, New York...». Y lo que toque...
Y de repente se elevó la música y en la pasarela de la Mercedes Benz Fashion Week de Madrid se hizo la luz, una luz diáfana y limpia que daba mucha frescura a una colección llena de vida. Saludablemente exquisita y muy chic, Hiroko, como si hubiese salido de los Vogue de los 60, estaba en cada una de las miradas de pieles nacaradas y siluetas pulidas de todo el precioso desfile, uno de esos que te da salud en vena para rato y te hace creer en la magia de una profesión que a veces se hace muy difícil. En esos momentos se olvidan carreras, pasillos y empujones, noches sin dormir, estrés y la emoción envuelve cada sintonía, cada paso, cada mirada, cada grada donde las grandes señoras (porque Juan Vidal las tiene, y qué señoras...) reviven la imagen de las Amistades Peligrosas, esos fotogramas en los que con dos palabras y un gesto se dice todo sin decir nada. Y decían mucho, porque Pedro García las había calzado para destacar unas piezas marcadas a cintura, unos bañadores de trazado sólido al estilo playa de Altibes, fruto de su nueva línea y recordando a un Alain Delon paseando por sus orillas y los imponentes sombreros de trasluz de las damas que los visten con elegancia para ir «al mar». Y en front row, actrices como Megalyn Echikunwoke.
Rayas, estampados y gráficas divinas a modo de las obras de arte grabado japonés, bolsos geniales de tipo shopping bag y sinceramente unas ganas de vivir en cada uno de sus tejidos y texturas. Y para remate, la presencia de transparencias, calados y juegos de luz sobre la piel con los dibujos de las ausencias. En una palabra, genial.