El actor argentino Darío Grandinetti, que interpreta en Francisco al hombre que acabó siendo Papa, Jorge Mario Bergoglio, asegura en una entrevista que, después de estudiarlo y de conocerlo en persona, se ha convencido de que «el padre Jorge siempre fue un animal político». Grandinetti, y la actriz española Silvia Abascal, que regresa al cine después de haber sufrido una enfermedad que la apartó varios años de los platós, son las estrellas de este primer largometraje sobre la vida de Bergoglio antes de ser elegido Pontífice en el cónclave de 2013, dirigido por el gallego Beda Docampo.

«Cuando lo fui a ver a la audiencia me sorprendió ver que es un hombre que habla y escucha de verdad, conecta de verdad y no te "pone la cara" porque es el Papa y tiene que hacerlo. Y no me parece que (sus declaraciones sobre temas polémicos) sean respuestas preparadas», afirma Grandinetti.

Mientras preparaba el papel, comenta, se dio cuenta de que Bergoglio vivía desde dentro «ese proceso de readaptación a los cambios que está sufriendo el mundo, e incluso la feligresía católica y, por eso -insiste-, digo que es un líder político innegable, un animal político, y siempre lo fue». «Yo no soy religioso, pero tengo fe en muchas cosas, todas relacionadas con el hombre (...) y Bergoglio también. Me conmueve la fe que tiene en su fe y la manera en que la lleva adelante, callejeando, poniendo el cuerpo, yendo, hablando». «Lo cierto es que ver a alguien que hace lo que dice no es habitual», remata el argentino, que trabajó con Pedro Almodóvar en Hable con ella y su última película, Relatos salvajes fue un éxito mundial.

Para Silvia Abascal, tras la experiencia de esta película «es como si se le hubieran reafirmado cosas que intuía sobre él: que es diferente, renovador, arriesgado. Es aire fresco, y por eso, a veces incómodo, pero es que a veces, la incomodidad es muy buena».

«Y cuando te metes en sus orígenes y ves su lucha contra la corrupción, la explotación laboral, su enorme vocación, se me han reafirmado cosas. Yo diría que es coherente», agrega la actriz, que encarna a la periodista que entabla una amistad muy especial con Bergoglio que perdura hasta después de su nombramiento.

La protagonista de La fuente amarilla asegura que ya se siente «incorporada, todavía eligiendo, todavía con atenciones que antes no tenía -afirma-, pero es verdad que ya estoy en movimiento».

Abascal está en varias películas destacables de la temporada, como Truman, de Cesc Gay, o ma ma, de Julio Medem, donde participa con «cosas muy pequeñas», dice. «Pero bueno, vas chequeándote, entrenando», sonríe subida en unos tacones de vértigo y aspecto de estar «en forma». «Esta película -destaca- para mi ha sido como los rodajes de antes, mi trabajo de siempre. Tres meses en Buenos Aires, Roma, Madrid».

Un biopic, explica Docampo, que a pesar de ser un encargo, enamoró al director por su propio desconocimiento que "quién era ese hombre de 75 años que, de repente, llegó a Papa. Y me pregunté si era distinto antes de serlo. Por eso Francisco habla de Jorge María Bergoglio, no del Papa, y es pura ficción», aclara el director.