Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Alicantinos por el mundo

Alicante exporta talento

Una docena de investigadores y artistas de la provincia relatan por qué abandonaron España para desarrollar en otro país su carrera profesional

El ingeniero informático Julio Gorgé, con su descapotable. información

­No fue la falta de oportunidades en España lo que empujó al científico Valentín Martínez Pillet (Alicante, 1964) a trasladarse hace dos años a Colorado para dirigir la construcción del mayor telescopio del mundo. El hasta entonces director del Instituto de Astrofísica de Canarias y hoy director del Observatorio Solar Nacional de EE UU recuerda que antes de marcharse tuvo una oportunidad estupenda en España «porque me ofrecieron dirigir el Programa Nacional del Espacio. Era una oferta buenísima, pero al final decidí irme porque allí podía seguir siendo físico solar y aquí no, el puesto era algo más amplio, y eso influyó en mi decisión. Pero yo tenía futuro en España».

Martínez Pillet sigue de cerca los pasos del Sol en Norteamérica con un contrato inicial hasta 2019 para supervisar la construcción en Hawaii del telescopio DKIST, «que va muy bien, ahora estamos en la fase de levantar el edificio y luego viene la parte óptica». Su balance de estos dos primeros años es «muy bueno porque es un reto enorme a nivel científico, ahora soy mucho más consciente de ello, pero también ha sido difícil: aquí no hay tiempo libre, esto requiere mucha dedicación y trabajo también en fin de semana».

Valentín asegura que en EE UU «se trabaja muchísimo» y cree que a veces «somos un poco quejicas» en España. Aquí no hay seguridad laboral, te pueden echar en cualquier momento, pero también el mercado es muy amplio y encuentras pronto trabajo», explica, tras admitir que le ha costado más «entender el sistema administrativo del país» que el idioma, «aunque aquí no te sirve solo hablar inglés, tienes que saber hacer chistes», bromea.

Con uno de sus hijos estudiando en la Universidad de Colorado -el segundo irá el próximo año-, no piensa en su regreso a España: «He perdido un poco ese deseo de volver, me siento muy ciudadano del mundo, pero veo a los jóvenes más preocupados por eso que yo», apunta, tras recordar que en su observatorio hay alemanes, holandeses, franceses, italianos y británicos «porque los científicos viajan todo el rato a todos lados».

Recién aterrizado en San Francisco se encuentra el alcoyano Jordi Bernàcer, de 36 años, «con muchas ganas de empezar la aventura y con una ilusión enorme», avanza, tras ser nombrado director residente de la Ópera de San Francisco, una de las más importantes de Estados Unidos.

Él, que ha viajado por medio mundo como director de orquesta invitado, asegura que la oportunidad «supone una magnífica experiencia» y considera que «asumir la responsabilidad en un teatro como este es un bagaje inigualable». Tampoco deja España por falta de trabajo: «Irme no ha sido una decisión per se, simplemente he aceptado una formidable oportunidad para mi carrera y esta me ha traído hasta aquí».

Aunque apenas lleva unos días instalado en la ciudad de los tranvías y las cuestas, el alcoyano constata que San Francisco «es una ciudad muy dinámica, amable, y con muchos atractivos que espero poder ir descubriendo poco a poco». De momento se queda allí hasta 2017, pero su contrato le permite compaginar proyectos como director invitado en otras orquestas, «de modo que voy a continuar viajando mucho».

Ese ir y venir le obliga a «continuos viajes, cambios de ciudad y no llegar a establecerte en ningún lugar, pero es algo que va ligado inevitablemente a la vida de los artistas» y tampoco le disgusta: «Debes aceptarlo y aprender a disfrutar de ello. No sabría decir si viajar ha sido imprescindible para desarrollar mi carrera, pero sí ha sido muy enriquecedor. Estar abierto a otras culturas, a diferentes maneras de entender la cultura en la sociedad es algo indispensable para impulsar la creatividad».

Rosana Antolí (Alcoy, 1981) cogió el vuelo a Londres hace tres años convencida de que en apenas dos horas y media su carrera artística podía cambiar. A mejor, claro. Y así fue. Dejó su ciudad a los 18 años para estudiar en Valencia y ya no ha vuelto. Después ha vivido en Madrid, Barcelona, Berlín y ahora en la ciudad del Támesis.

«Para el camino que he elegido es necesario que el artista viaje, conozca y de a conocer su trabajo». Lo dice ahora desde Colombia, a donde se ha desplazado para trabajar en un vídeo performance sobre mitos locales en la ciudad de Cali, gracias a una residencia, mientras la Royal British Society of Sculptors acaba de concederle un premio. Todo ello después de que en mayo fuera seleccionada para la feria Offprint de la Tate Modern de Londres por su cómic Pareidolia y de haber conseguido una beca de la Fundación BBVA.

Este trasiego, sin embargo, no ha roto su lazo con Alcoy. «Paso temporadas allí, lo necesito para resituarme», asegura esta artista para quien sus padres y su hermana «son el apoyo incondicional que tengo; saben lo que necesito y los caminos en los que tengo que estar». Y esos caminos la han llevado ya a exponer en Nueva York, Holanda, Suecia, Suiza, Argentina... «Vivir y formarte en el extranjero es la única manera de medir tu trabajo con artistas internacionales y aceptar ese reto es muy duro». Por eso, aunque siempre vuelve, «pensar en quedarse es otra cosa».

Al otro lado del Atlántico le llevó una llamada a Julio Gorgé, ingeniero informático y prototipo del joven emprendedor. Estudió en la Universidad de Alicante y convertido en experto en creación de videojuegos, pasión que comparte con los coches y la fotografía, fundó en 2008 su propia compañía, Lemon Team, que Amazon adquirió en 2011 y la integró en su subsidiaria en California, A2Z Orange County, situada en el sur de Los Ángeles.

Su deseo de tomarse un año sabático lo frustró la propia Amazon a través de A2Z, que le fichó como desarrollador de videojuegos para Kindle, Kindle Fire y otros tablets Android. Se instaló en Los Ángeles en 2012 y allí sigue.

«Tomar a decisión de irme al extranjero fue fácil, pensando que siempre podría volver si las cosas no funcionasen. Lo realmente duro es decidir que no quieres volver, que prefieres tu vida nueva, y todo lo que eso conlleva».

Su vida laboral no difiere mucho de la que tenía en Alicante, «pero cuando dejo mi apartamento por la mañana ya no llevo una tarjeta bonobús conmigo y disfruto de cada minuto del trayecto a la oficina en un descapotable rojo». Y es que, asegura, «en España ni los salarios ni el régimen fiscal son atractivos; si dejara Estados Unidos, serían Alemania o Inglaterra mis destinos más probables».

En Estados Unidos ha fijado igualmente su residencia hace casi dos años el bailarín José Luis Muñoz Martínez, aunque dejó Sant Joan en 1996 para dirigirse a Barcelona, Málaga y después Madrid, donde estrenó el musical Cats y participó en otras producciones que le han llevado por numerosas ciudades del mundo. Y es que la llamada del Circo del Sol no puede rechazarse. Dijo sí y no dudó en hacer la maleta para instalarse en Las Vegas y formar parte del elenco de Zumanity, el espectáculo erótico de la compañía.

Aunque la vida es dura. «Para los artistas del Circo del Sol que vivimos aquí, todo se resume en trabajar y dormir; los espectáculos requieren toda nuestra energía física y mental así que los casinos y las discotecas son para los turistas».

Tenía 19 años cuando dejó Alicante pero no se arrepiente de nada. «Al artista se le trata de una manera diferente pasados los Pirineos, ni mejor ni peor... diferente», asegura quien fue profesor del programa de Cuatro Fama ¡a bailar!. «He hecho cosas que ni en Madrid habría podido hacer. Es duro, pero es así».

Sabe que «todos tenemos que volar en algún momento y me ha compensado. No me quejo ni me arrepiento de haberme ido tan lejos; la familia siempre va a estar ahí». La familia y la playa y la paella. «Cuanto mayor me hago más difícil se me hace estar lejos de los míos». Pero de momento será de visita. «Alicante solo queda como unas vacaciones para mí... a nivel profesional me quedo fuera».

También para bailar salió de España Gustavo Ramírez (San Fulgencio, 1978) cuando tenía 20 años. Su destino fue Holanda y la compañía Nederlands Dans Theater 2. De allí a Chicago, para subirse a los escenarios con la Hubbard Street Dance. El año pasado debutó como coreógrafo con el Ballet Hispánico de Nueva York. Y ahora habla desde Suiza, donde prepara una adaptación de Giselle.

De todas formas, Gustavo mantiene un pie en España ya que en 2006 fundó aquí su compañía Proyecto Titoyaya. «Vuelvo siempre y considero que mi casa siempre ha estado en Alicante, aunque hay años que contando los días que he estado en ella apenas pueda sumar un mes...». Reconoce que dejar el nido «fue y sigue siendo» una experiencia dura. «Es algo que para bien o para mal te marca; muchas veces utilizo mis creaciones como válvulas de escape».

Si mira atrás lo tiene claro. «Por supuesto que me ha compensado y con creces. He tenido la inmensa suerte de poder realizar mi trabajo a un nivel altísimo, con las mejores compañías internacionales. Fuera de España me siento muy bien tratado y muy querido».

Ya se considera «ciudadano del mundo» y admite que si no se hubiera ido su carrera no sería igual. «Quizá no me dedicaría ya a la danza, o si lo hiciera sería seguramente en una faceta más cercana a la docencia. A veces me lo he planteado y si volviera me encantaría tener mi propia escuela en Alicante».

Llegó a Argentina hace 12 años como productor y actor de Confesiones del pene y decidió quedarse allí para seguir con su formación. En este tiempo Yoska Lázaro ha montado en Buenos Aires un estudio, La Pieza Meisner, es dramaturgo y tiene compañía propia desde hace 8 años, Teatro A Tres Velas. En febrero volvió a Alicante para estrenar la versión «española» de su obra Vago, algo que le hizo «feliz». «He sido muy bien acogido y he tenido siempre al público y la prensa con buena recepción de mi teatro. Buenos Aires es una ciudad con 600 obras por semana pero hay público que tiene ganas de ver y eso es formidable», afirma.

Sin embargo, marchar no fue fácil. «ero siempre me sentí acompañado y cada paso que fui dando alegraba mucho a mi gente, aunque echo de menos a la familia y los amigos... y al Mediterráneo más de lo que imaginaba».

Es consciente de que en Alicante «no hubiera podido desarrollar mi carrera porque cuando yo vivía allí no había espacios de formación actoral sólidos, por eso me fui primero a Madrid, y ahora no creo que pudiera vivir del teatro o del cine en mi ciudad».

El destino llevó también a Buenos Aires a Alba Rico (Elda, 1989) hace cuatro años. El destino y Disney Channel que la seleccionó en un cásting en Madrid para la serie Violetta. Poco imaginaba cuando hizo las maletas para cruzar el charco y convertirse en Naty iba a estar inmersa en una de las producciones más exitosas de la firma y que, gracias a ella, iba a entrar en las televisiones de todo el mundo y una gira musical internacional.

Dice que en este tiempo, Alba ha cambiado mucho. Ahora, después de tres temporadas, Violetta se acaba y si de algo le ha servido la experiencia es que ha afianzado su deseo de seguir en el mundo de la interpretación. Cuando puede vuelve al nido familiar en Elda, pero está dispuesta a seguir viviendo en Buenos Aires. O donde haga falta.

Emilio de la Morena iba para escultor, pero cambió su dirección para estudiar empresariales en Escocia. Se afincó en Londres en 1996 y trabajó como consultor. Dio igual. Al final dejó los negocios y volvió al mundo creativo, pero a través de la moda. Primero con Jonathan Saunders y luego, desde 2005, con su propia marca que han vestido numerosas famosas. El diseñador alicantino se ha convertido en el único español que participa en la Semana de la Moda de Londres. Volver a España lo ve complicado. Eso sí, siempre que puede apoya las industrias españolas con los tejidos de sus diseños.

El artista Isidro Blasco, de 53 años, lleva veinte asentado en Nueva York; vive con su mujer y sus dos hijas en Queens, en un barrio lleno de inmigrantes donde se hablan 36 idiomas y eso le encanta. Se fue para estudiar a algunos arquitectos y artistas de su tesis doctoral «pero luego aquello me aburrió y lo que me atrapó fue la ciudad, la gente, la energía que tenía. Y que me casé a los 9 meses con una neoyorquina -ríe- pero fue por amor, no por necesidad de visa».

Él, autor de obras tridimensionales, no tiene duda sobre su futuro: «Yo me fui para no volver. España ahora es diferente, abierta y muy dinámica, pero en los 90 era un poco claustrofóbica, quedaba aún un lastre del franquismo», recuerda, mientras se pregunta si su trabajo se hubiese desarrollado de forma diferente en España.

«Creo que sí. El solo hecho de no tener allí ni un duro para un taller, que montaba las cosas sobre la mesa de la cocina, con las fotos y un cúter, y tenía que hacerlo todo en miniatura... Esos años de empezar de cero fueron muy refrescantes para absorber todo lo que había alrededor», explica desde una ciudad como Nueva York, «que tiene unos ciclos muy rápidos, no te puedes despistar, cada año hay una renovación en el arte, ves lo mejor, y sigues aprendiendo».

Es consciente de que España, a pesar de la zozobra de la crisis, es «muy rica culturalmente» y «como artista te puedes alimentar aquí, pero el aspecto económico está muy verde y no hay coleccionismo». Aunque viene siempre en verano -«hemos estado en la casa de mi padre de Mutxamel (el fallecido Arcadio Blasco) pero su ausencia se notaba muchísimo»- a Isidro solo le empujaría volver a su país «si mis hijas se mudaran allí a estudiar», porque echa en falta «poder darles la cultura española, que no la uso, la tengo en la estantería, y es al ir a España cuando empiezan a absorberla».

La fotógrafa Cristina de Middel (Alicante, 1975) reconoce que no consigue quedarse en el mismo sitio más de 4 ó 5 años, «parece que como ya lo conozco empiezan las rutinas y no lo llevoy bien porque me gusta descubrir cosas constantemente». Tras cuatro años seguidos en Alicante, se marchó a Londres, donde vivió otros tantos, y desde hace unos meses se ha instalado en México D. F.

Fue en Alicante donde creó la serie Afronautas que le ha valido el reconocimiento internacional, «así que Alicante fue el trampolín perfecto», pero la difusión la tuvo desde Londres, «quizá uno de los mejores sitios para empezar porque vas a una fiesta un dïa y hablas con cualquiera y resulta que ese cualquiera es el director de la Tate o el editor de una revista».

Su marcha a México responde «a que estaba ya cansada del clima y la mentalidad de Londres, viajaba mucho y quería volver a un sitio que reconociese como casa, y también tenía ganas de hablar español». Desde allí viaja y trabaja en sus proyectos y, a pesar de echar de menos especialmente el arroz de su madre, no cree que vuelva a España «hasta que no cambien un poquito las cosas, me pone de muy mal humor la situación política y cómo siguen funcionando las cosas. Prefiero seguir viajando por repúblicas bananeras donde, en ese sentido, no hay engaño».

En Bodrum, Turquía, vive la alicantina Berta Lledó, investigadora del Instituto de Arqueología Náutica con base en la Universidad de Texas A&M, desde que en 1993 llegó para investigar un pecio del siglo XI. «El hecho de quedarme en Turquía no sólo fue por motivos de trabajo, que es fascinante, sino porque me enamoré y ya me instalé definitivamente», apunta la arqueóloga submarina, que desde 2007 inició un proyecto nuevo con su marido en Japón: la excavación de la Fragata Otomana Ertugrul, que naufragó a la vuelta de una misión diplomática, por lo que suele pasar parte de su tiempo en ese país asiático. «Seguramente no trabajaría igual en España pero allí también hay unos pecios fantásticos y equipos de arqueología submarina muy buenos, así que quién sabe», apunta mientras explica que su trabajo «es bastante independiente, mis horas de trabajo cambian, pero esto es una forma de vida».

Por ahora, su vida está en Turquía: «Mi marido y yo trabajamos juntos, mis hijos están establecidos y nos acompañan donde vamos, pero siempre es posible un cambio. Hasta ahora la vida en Turquía ha sido muy fácil y cómoda, pero las cosas están cambiando y en esta parte del mundo vivimos la actual crisis de refugiados en primera fila. Es terrible vivirlo de cerca y ver lo mal que van las cosas. Espero que pronto se encuentre una solución», concluye Berta.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats