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Los secretos del Ronwyn

Eliane Ortega reconstruye con los diarios de su abuelo Gerardo Bernabéu, único testimonio escrito en primera persona, la historia del barco inglés que partió al exilio del puerto de Alicante en 1939

Capturado por los nazis, en 1943 adquirió el nombre de Hochheimer y fue hundido por un submarino inglés en 1944. información

Los secretos del Ronwyn son el negocio de los barcos del exilio. Así lo afirma la investigadora Eliane Ortega que, desde hace más de seis años, dedica toda su vocación y esfuerzo a reconstruir la historia del Ronwyn, embarcación que partió al exilio el 12 de marzo de 1939 desde el puerto de Alicante.

Allí, en aquella estampa de dolor y sufrimiento, cuando miles de familias huían de la represión y la muerte fascista, más de 700 pasajeros (un 90% de todos ellos familias de la provincia) se embarcaron en el Ronwyn a cambio de altos pagos. Pagos de 50 pesetas por persona en plata (cuando el valor de este metal tenía un coste muy alto en la época) o incluso en kilos y kilos de azafrán, el «oro ojo», que sufragaba la Federación Socialista de Alicante. Cifras que, en resumidas cuentas, enriquecieron al capitán del Ronwyn (el galés Gilbert Bewen) en un negocio que contradice absolutamente la visión idealizada de ayuda y solidaridad que recibieron los republicanos españoles en aguas alicantinas al final de la contienda «incivil» española.

Con documentos que verifican esta versión y desmienten otros testimonios que Eliane Ortega ha analizado convenientemente, la investigadora se basa en los diarios de su abuelo y pasajero del Ronwyn, Gerardo Bernabéu Vilaplana, siendo el único testimonio de puño y letra escrito en primera persona que se conserva y que describe con detalles aquel drama.

«Todo el mundo cree que les llevaron gratis, y eso no es así. Los barcos del exilio fueron un negocio, cuando la gente cree que se hizo por amor al arte. Les cobraron con muchos kilos de azafrán y con plata. Hay testimonios que hablan por ahí por puro protagonismo, y yo pido que se callen, que no manipulen la historia», señala Eliane Ortega, quien recuerda que su abuelo, Gerardo Bernabéu Vilaplana, desembolsó 100 pesetas en plata para él y su amigo Baeza, cuando «la plata era entonces una millonada», matiza Ortega.

El Ronwyn puso rumbo a Orán con más de 700 personas a bordo. «A la salida del mar libre van encendidas las luces. La gente va muy impresionada esperando a la escuadra o aviación fascista. Son más de las 11 de la noche y se presenta a la vista un buque de guerra que nos descubre por las luces. Al intimidar al capitán, éste se pone en comunicaciones con la escuadra inglesa que está por los alrededores y nos ordena seguir sin hacer caso. Así lo hace el capitán siendo seguidos por el buque enemigo, que después nos abandona», describe Gerardo Bernabéu en sus diarios cuando el Ronwyn parte de Alicante hacia Orán.

Allí, en territorio francés, solo recalaron unas 20 personas (enfermos y embarazadas) y familiares políticos con contactos.

Francia prohibió determinantemente el desembarco, sin intención de recibir refugiados políticos. Tras las revisiones (solicitud de pasaportes) y poco más, el barco puso en marcha de nuevo los motores hasta alcanzar el puerto de Ténès donde consiguen pisar tierra.

Desinfectados y mal alimentados (apenas un trozo de pan y sardina) el pasaje fue dividido: los hombres fueron destinados a una antigua cuadra en ruinas, que pertenecía a la vieja caballería militar; niños y mujeres, por su parte, fueron a parar al campo de internamiento de Carnot.

Gerardo Bernabéu Vilaplana y su hermano Liberto, siempre inseparables, recorrieron distintos campos de concentración hasta que fueron liberados en abril de 1940 del campo de Morand en el pueblo de Boghari al sur de Argel. «Qué crimen he cometido yo para merecer este castigo», se puede leer en su diario.

Ambos entonces comenzaron a retomar sus vidas, y Gerardo trabajó para las máquinas de escribir Remington, en Argel, como en un antiguo empleo de alquiler de estos aparatos de redacción que tenía en Alicante.

La reunificación familiar se produjo en 1948, ya que la mujer e hijos de Gerardo vivían en Pinoso, donde escaparon y se refugiaron durante los primeros largos años de postguerra.

Gerardo fue acusado de masón, denunciado por un amigo, y se enroló en el Ronwyn. No le fue fácil tomar la decisión por las dudas que vierte en las hojas de su diario ante la emoción de dejar a su familia atrás. Falleció en 1964.

«No solamente está el Stranbook, porque hay otros muchos barcos de exiliados, pequeños y grandes, pesqueros y comerciales, de los que todavía queda mucho por estudiar», comenta Eliane Ortega, que pide que le escriban a su perfil de Facebook o bien al correo (ortega_bernabeu_eliane@hotmail.com) para seguir recabando datos sobre exiliados españoles.

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