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El legado del pintor alicantino Enrique Lledó busca su lugar

La familia se ofrece a colaborar con instituciones públicas o privadas para dar a conocer su colección de más de 200 óleos - Los descendientes proponen una exposición con su obra en Valencia

Enrique Lledó, en una imagen de 2004. rafa arjones

Enrique Lledó pintaba mucho, en cualquier sitio -pizarras, maderas, hasta en la paleta con la que pintaba- y le costaba mucho desprenderse de sus cuadros «o lo ponía muy difícil cuando alguien quería comprarle uno», señala Berta, la hija pequeña de este pintor fundamentalmente paisajista del entorno alicantino. Maestro del color y conocedor de cada pueblo y montaña de la provincia, la última exposición antológica de este seguidor de Varela de estilo impresionista se celebró en la Lonja de Alicante en el año 2004.

Quizá por esa querencia a sus cuadros, la colección particular de la pintura de Enrique Lledó (Mutxamel, 1923-Alicante, 2013) es tan vasta -son numerosos también sus retratos- y se encuentra diseminada entre los talleres y las casas familiares de sus cinco hijos. Su viuda, Fina Solbes, calcula que su marido pintó entre 500 y 600 cuadros al óleo, de los que aproximadamente la mitad se encuentran distribuidos en colecciones privadas, museos o instituciones, y el resto, más de 200 cuadros, se conserva en la colección familiar, además de centenares de dibujos, obra gráfica o ilustraciones.

«Mi padre escribía siempre de cada obra, era muy poético cuando pintaba y mi madre guarda todas las historias de los cuadros, artículos, fotografías, recortes...», apunta Berta Lledó, que se plantea qué hacer con todo ello, ya que muchas de las obras están guardadas por falta de espacio.

«Hay mucha obra y muchas posibilidades de hacer algo con toda la información sobre su pintura. Sería una pena que eso se perdiera», reflexiona en voz alta la representante de la familia, que estudia fórmulas para dar a conocer la obra del artista y se ofrece a colaborar con instituciones públicas o privadas.

«Al principio pensamos en crear una fundación con su nombre, pero vimos que eso era un gasto muy grande que no podíamos asumir. En principio no sabemos qué hacer y estamos abiertos a ver posibilidades de colaboración», añade la hija de Enrique Lledó, que considera que si en un futuro se creara un museo de Emilio Varela, «quizá podría habilitarse alguna sala para él».

Mientras barajan las alternativas, la familia sí ha planteado ya una iniciativa al Consorcio de Museos de la Comunidad Valenciana dentro de la convocatoria pública de proyectos artísticos de esta entidad. La propuesta enviada por la familia de Lledó el pasado mes de julio fue la de realizar un proyecto expositivo con la obra de Lledó ante la oportunidad de mostrar la pintura de este alicantino en Valencia, en la que sería su primera exposición póstuma.

El proyecto sugiere como ubicación el Centro del Carmen en Valencia, pero también se incluye como alternativa convertirla en una exposición itinerante.

Otra de las posibilidades es incluir como actividad vinculada a la exposición una visita al estudio que Lledó tenía en Busot, en una casa del siglo XIX que se conserva con todos sus muebles y como él la «compuso» para transformarla en su refugio creativo.

«No pintaba demasiado allí, era más su lugar de inspiración, pero en el último piso pintaba y ahí están sus cosas», recuerda Berta, que añade que la intención de incluir esta casa en alguna ruta turística de Busot sí que fue analizada hace unos años con el alcalde de la localidad, Alejandro Morant, y tienen intención de retomar las conversaciones.

Morant, por su parte, manifestó a este diario que «sería un placer cualquier colaboración en ese sentido porque me gustó mucho el proyecto de hacer una casa-museo y estaríamos muy interesados en que fuera así».

Para el alcalde, la casa de Lledó está en pleno casco urbano y este atractivo turístico se sumaría, en apenas un radio de cincuenta metros, a las visitas que se ofrecen al castillo, la iglesia, el museo etnográfico y el museo de música étnica. «Estaríamos muy dispuestos, solo hay que ponerse de acuerdo», señaló Morant.

«Mi padre ya no está, ya no puede hacer más obras, pero una manera de recordarlo sería ésta», señala Berta, que indica que él muchas veces ofreció sus dibujos y pinturas para subastas, y agrega que normalmente se realizan exposiciones sobre la pintura de los artistas, pero no sobre ellos y su entorno.

Enique Lledó se conocía al dedillo los rincones del campo y la montaña alicantina porque cada fin de semana salía a pintar, «al principio en la moto, con el caballete, el cuadro y hasta tres niños encima», apunta su mujer, Fina. Los almendros y cerezos en flor, las montañas de la Vall de Laguar o los pueblos de Benifato, Benimantell, Beniardà... El paisaje de toda la provincia está en los cuadros de Lledó, aunque todavía, como los de Varela, no hayan encontrado su lugar en un museo.

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