La banda latina Maná ha empezado este fin de semana su gira española Cama Incendiada tour, con la que presentan su noveno disco. Benidorm ha sido una de las ciudades elegidas para hacer parada, la única en esta ocasión de toda la zona de levante. El próximo viernes 28 los mexicanos harán una demostración de su nuevo estilo en el polideportivo Guillermo Amor. El año que viene el grupo cumplirá 30 años y siguen dedicándose a la música con las ganas y la ilusión del principio.
Cuatro años sin lanzar un disco. ¿Este tiempo os ha servido para reflexionar sobre hacia dónde dirigir a Maná?
Normalmente la banda no saca discos muy rápido, nos tomamos tiempo para cocinarlo a fuego lento. Consideramos que cada tema tiene su vida y su expresión. Queremos lograr buenos resultados y nuevas direcciones.
Cama incendiada es para muchos un recuerdo a los inicios de Maná, ¿teníais esa intención?
Es una ecléptica. En esta ocasión hemos contado por primera vez con un productor que tomó el timón del barco y él ha dirigido a la banda en la producción. Siempre lo habíamos hecho nosotros y en esta ocasión hemos contado con George Noriega, que ha llevado a Maná a otros tintes y ha remembrado algunos sonidos que veníamos ya trabajando, sobre todo los sonidos más sexys y playeros. Pero también tenemos sonidos nuevos que nunca habíamos explorado.
¿Por qué decidís pedir ayuda para la producción en esta ocasión?
Porque creo que en la vida hay que tener honestidad y humildad para saber reconocer tus errores. Veíamos que ya nos estábamos repitiendo y supimos dejarlo en manos de otra persona que redirigiera a la banda.
¿Por qué Cama Incendiada?
Es una experiencia que tuve con una chica y era como estar incendiado en una cama, que sucedió en todos esos días de pasión pero también de angustia.. La cama incendiada es una figura visual y metafórica muy interesante porque en una cama naces, creces, te reproduces y mueres. Era un concepto muy interesante por todo lo que representa y por eso quisimos que el álbum llevara el título de esta canción.
Una novedad en este disco es la colaboración con otra artista, ¿por qué elegís a Shakira?
Shakira es una compositora muy talentosa, es amiga desde hace muchos años y llevábamos ya tiempo queriendo hacer alguna colaboración. Y al final después de terminar el tema se nos ocurrió invitarle y le encantó la idea. Es una canción que está escrita para mi hijo y en cuanto se la enseñé a Shakira le gustó mucho porque ella también sabe lo que es la maternidad, de hecho estaba aún embarazada cuando grabamos.
La primera vez que cantáis con una mujer y os metéis número 1 en listas con Mi verdad, ¿repetiríais la experiencia?
Hay muchas mujeres talentosas, de hecho desde hace varios años estamos diciendo que teníamos que hacer un dueto con una mujer porque le da un toque muy lindo, le da el yin yan a la música. ¿Es este el álbum más alegre de Maná?
Probablemente sí. Sigue siendo nostálgico pero sí que es verdad que es un disco alegre y bailable. Hay incluso fusión rock con electrónica. De hecho ahora en la canción "Mi prisión" acaba de hacer el remix con nosotros Steve Aoki y ha quedado muy bonito el tema.
Hay doctrinas y oradores. Dictadores sin piedad, que gobiernan sin verdad. ¿Queda algún lugar donde no estén estos dictadores que no tienen piedad?
La historia del mundo está constituída por blancos y negros, como le pasó a España con Franco, o como le pasa ahora a Venezuela. Y luego hay otro tipo de dictadores como los que hay en México, que es una dictadura disfrazada. Entonces yo creo que el trance de latinoamérica ha sido mucho esa dictadura y la corrupción de la que habla también la canción.
Después de casi 30 años, ¿cómo se define ahora mismo la banda?
Yo creo que es una música mestiza. Un rock pop mestizado, latinoamericano en su esencia. Pero no se puede encasillar mucho porque mandamos desde salsa, regee, bolero, rock... ahora en este nuevo tema de Cama Incendiada hemos incluído estilos nuevos. Somos muy versátiles y nos gusta explorar cosas nuevas.
Antes de empezar esta gira llevabais cerca de un año sin tocar en España, ¿Había ganas ya de volver?
Muchísimas. Probablemente es el país que más nos gusta para ir a tocar. La gente es muy entregada. Es una locura cómo cantan y cómo toman el timón del concierto. En cualquier lugar de España cada concierto es una fiesta.
¿Todavía os quedan ases en la manga para sorprender a vuestro público?
Yo creo que sí, que seguimos sorprendiendo porque salimos con mucha entrega y mucha pasión, como si fuera la final de un partido de fútbol. Ahora lo que hacemos es hacer solo tres conciertos a la semana en lugar de cinco como antes, para no desgastarnos, porque eso el público lo percibe.
En algún momento de todo este tiempo que lleváis haciendo música, ¿os habéis planteado ponerle el punto y final a Maná?
Por lo pronto no porque aún tenemos mucho entusiasmo. Somos adictos a la adrenalina y a subirnos al escenario. Seguimos muy expresivos en la composición y en las letras. Pero todo tiene su fin, la vida son ciclos. Algún día llegará el momento que sienta que no hay que seguir ya con Maná. Cuando llegué ese momento probablemente yo seguiré con otros proyectos porque la música es mi pasión.
¿Cuál es la clave para mover a las masas internacionalmente?
Nos lo hemos preguntado muchas veces porque no ha habido un plan para ello. Yo creo que la gente ha tenido empatía con la música, se han sentido identificados y la banda ha pasado a un segundo plano y el primero ha sido la música y las letras, que la gente se adueña de ellas y las hace propias.
Habéis conseguido que lgunas de vuestras primeras canciones, como Rayando el sol, siguen sonando.
Te das cuenta de que han perdurado y es un orgullo porque es la forma de que lleguen a las nuevas generaciones. De hecho, nuestros conciertos están llenos de gente joven.
¿Qué le queda por hacer a Maná después de 30 años de música?
Esas cosas nosotros no nos las planteamos, siempre van surgiendo nuevos retos. Por ejemplo tenemos muchas ganas de ir a Japón, probablemente haremos también un poco de spanglish si algún artista se presta. Pero sobre todo lo que nos gusta es disfrutar del trayecto más que llegar a un punto.
