El municipio colombiano de Aracataca, el Macondo que Gabriel García Márquez imaginó para su obra cumbre, Cien años de soledad, pues allí vivió sus primeros nueve años de vida, ha emprendido de nuevo su lucha para conseguir que al menos una parte de las cenizas del escritor descansen en sus calles.

Y es de nuevo porque tras el fallecimiento en México del premio Nobel de Literatura, en abril del año pasado, el alcalde de Aracataca, Tufíth Hatum, ya le envió una carta a su mujer, Mercedes Barcha, haciéndole esta misma petición, pero entonces la familia no había tomado aún ninguna decisión.

Pero hace sólo unos días, la mujer y los hijos de «Gabo», como se le conoce en todo Colombia, anunciaron que la totalidad de las cenizas del escritor descansarán finalmente en Cartagena de Indias, ciudad simbólica en toda su obra, descartando, por tanto, Aracataca.

Aún así, el alcalde no se rinde y continúa pidiendo, siempre de forma «muy respetuosa», el reconocimiento que para Aracataca sería que parte de los restos del Nobel descansaran allí. Porque sería reconocer que, sin Aracataca, Cien años de soledad no existiría. Y todo a pesar de que «Gabo» no vivió allí más de nueve años y sólo volvió en contadas ocasiones a lo largo de sus 86 años de vida.