Joan Manuel Serrat está de enhorabuena. El catalán lleva cincuenta años sobre los escenarios y lo celebra ofreciendo una nueva visita a los temas más importantes de su repertorio, unas canciones que, más allá del tópico, pasan de generación en generación y siguen en plena vigencia, con mucho recorrido por delante. Anoche se pudo comprobar en la plaza de toros de Alicante que Serrat se mantiene en forma.

El artista catalán apela a la nostalgia por encima del resto de sentimientos. Sus canciones están llenas de vivencias, de añoranza por una juventud que hace tiempo que quedó atrás y de los primeros recuerdos de la infancia, la familia y el amor. Por eso decidió abrir el concierto en el coso taurino con Cançó de bressol. «Esta es una canción dedicada a mi madre, la más entrañable de mi repertorio», dijo después, en la primera de las muchas veces que habló con el público.

Pasaban 20 minutos sobre las 10 de la noche cuando Serrat apareció sobre el escenario, detrás de una banda que comandó una vez más el pianista Ricard Miralles. El catalán se llevó la primera ovación de la velada antes de abrir la boca. «He podido dedicar mi vida a un oficio que me divierte, la gente me aplaude y me paga. Me gustaría que la vida de ustedes discurriera por un camino parecido, que les aplaudan cuando entren al trabajo y que el jefe les abrace», bromeó poco después. Más de 3.000 personas se dieron cita en la plaza de toros para disfrutar de nuevo de los versos de Serrat en una noche calurosa que fue combatida a golpe de abanico desde las gradas. A la Canço de Bressol que abrió el concierto le siguieron otros grandes éxitos del cancionero del catalán, como De vez en cuando la vida, Pueblo blanco, Algo personal o Para la libertad. «No me olvido de las canciones que me enseñaron el oficio y me educaron», resumió Serrat.

Un divertido monólogo sirvió para presentar Ara que tinc vint anys, tema que Serrat, ahora que tiene 72 años, ahora que hace 50 años que tenía 20 años, defiende con la misma pasión juvenil. A continuación sonaron los primeros acordes de Mediterráneo y la ovación fue atronadora. Tras interpretar la que posiblemente sea la canción más importante de la música española en el siglo XX el catalán tomó asiento para relatar la triste historia de Curro el Palmo. Y de ahí al final siguió buceando en la nostalgia con Tú nombre me sabe a hierba, Penélope, Lucia...