Como «una chica muy normal, muy cariñosa y lista» definió Francisco Rocasolano a su nieta Letizia, convertida hoy en reina de España, cuando anunció su compromiso con el entonces príncipe Felipe en noviembre de 2003. Y lo dijo en Alicante, en su casa del barrio de San Gabriel, donde residió durante más de 15 años junto a su esposa, Enriqueta Rodríguez, tras jubilarse y dejar el mundo del taxi. Ayer, Francisco Rocasolano falleció a los 98 años en el hospital Clínico Universitario de Salamanca, en el que ingresó el pasado sábado por problemas coronarios.

Al parecer el abuelo de la Reina se sintió indispuesto mientras descansaba en una finca del municipio salmantino de Puerto de Béjar, por lo que fue trasladado al Clínico de Salamanca, donde falleció. El lunes por la noche se organizó el traslado del enfermo a Madrid en una UVI móvil, pero su estado de salud empeoró sensiblemente y los facultativos decidieron dejarlo en el centro, donde falleció.

El abuelo materno de Doña Letizia fue sometido el domingo en el Clínico de Salamanca a una revisión médica y ese mismo día llegó al centro hospitalario la madre de la Reina, Paloma Rocasolano, para estar junto a su padre, en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Clínico Universitario.

Ante la gravedad del estado de su abuelo, Doña Letizia canceló su asistencia al acto de entrega de los Premios Nacionales de la Moda, que iba a presidir ayer por la mañana en el Museo del Traje de Madrid, para dedicarse a su familia.

Francisco Rocasolano ejerció de abuelo orgulloso, convertida su nieta en Reina y su biznieta en heredera de la corona española, aunque desbordado por una situación que nunca imaginó y que cambió en noviembre de 2003 cuando este taxista jubilado abrió la puerta de su casa a la prensa desconcertado y nervioso, ya que su hija y madre de Letizia, les había avisado de que no debían hacer declaraciones.

Junto a su esposa vivió en el barrio de San Gabriel y allí fue reconocido como un buen vecino, teniendo claro que «Letizia y Felipe van a tener su vida y nosotros otra». Vieron la pedida de mano de televisión, como el resto de vecinos de su bloque, eso sí, custodiados por una persona de seguridad de la Casa del Rey.

Donde sí estuvo junto a su esposa, fallecida 2008, fue en la cena ofrecida el día antes de la boda, donde su nieta les recibió con un gran abrazo, y, por supuesto, en la boda, tras las que aseguró que «nuestra familia ha estado a la altura de las circunstancias», para recordar que «mi nieta ha luchado mucho en la vida y se lo merece». Después no faltaron las visitas a Doña Letizia al hospital cuando dio a luz a sus dos hijas, después de brindar en su barrio con los vecinos por estos dos acontecimientos. Pasó también por la muerte de su nieta Érika y por la de su esposa en 2008.

Francisco Rocasolano no olvidó sin embargo cuál era su lugar y como un vecino más se manifestó en 2005 para defender la playa de San Gabriel «donde mi nieta ha venido muchas veces».