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Arte en expansión

Dieciséis creadores desarrollan sus proyectos a través de las residencias artísticas del MUA y el colectivo A Quemarropa - Los seleccionados valoran la formación, el contacto con especialistas y el intercambio de experiencias

La sala Ágora del MUA y la galería de arte Parking Gallery son estos días dos espacios en construcción en los que bullen las ideas de 16 jóvenes artistas -alicantinos y llegados de otras partes de España y el extranjero- llamados a investigar durante dos semanas sobre sus creaciones individuales, pero en compañía de otros.

Esta práctica, habitual en otras ciudades, se estrenó en Alicante el pasado verano, cuando la Asociación A Quemarropa Colectivo de Artistas lanzó su primera convocatoria de residencias artísticas en Parking Gallery. En su segundo año han ampliado las actividades con una campaña de crowdfunding y han conseguido alojar a los once seleccionados en el albergue de San Roque, en pleno casco antiguo. Además, la Universidad de Alicante se ha sumado este verano con una iniciativa similar y ha convocado sus propias residencias, con cinco plazas, que tienen una pequeña ayuda para la producción de las obras. Ambos proyectos culminarán tras el verano en sendas exposiciones colectivas.

El alicantino Pablo Bellot, de 38 años, es uno de los residentes del MUA que trabaja en su serie de zombis llamada Caminantes. El título de su proyecto, El cuadro grande, ande o no ande, justifica su interés por la residencia en el museo universitario: «Cuando leí la convocatoria me imaginé el cuadro, porque yo no tengo estudio ni nada, yo tengo una habitación con mis limitaciones de espacio y vi que era el momento de poder hacer un cuadro grande, que es lo que siempre he querido, y aquí está, de tres metros de largo», en el que intenta plasmar «la desmaterialización del individuo».

El artista Ángel Masip prepara en el mismo espacio un trabajo fotográfico y escultórico con material descartado de otros proyectos para «reflexionar sobre lo que desechas y lo que no, y replantearte tu valoración estética» condicionada a veces por el mercado. Masip valora de esta residencia la oportunidad de «establecer un diálogo con los gestores del museo, pelear por que la investigación artística tenga soporte de las instituciones y discutir con otros profesionales y ponentes».

Juan F. Navarro, de 41 años, Alexandra Rodes y María Ortega, de 32, destacan en el MUA la convivencia entre artistas y la oportunidad de «recrearte en lo que hacen los demás», apunta el primero, matemático de profesión, que prepara un proyecto sobre un método científico que inventará con un resultado falso para demostrar «la opacidad» que a veces fluye en la ciencia y en el arte.

Alexandra trabaja en una instalación sobre las conexiones y los puentes que se crean ante un obstáculo y el espacio del museo le parece «súper interesante para trabajar» con sus personajes a través de la performance y la fotografía. Y María Ortega, sevillana instalada en la Villa Universitaria, acaba de llevar a gran formato una propuesta vinculada a la naturaleza.

Tanto en las residencias del MUA como en A Quemarropa los participantes reciben charlas de profesionales del sector -críticos, comisarios, galeristas, artistas o profesores- y en las últimas, además de estar algunas abiertas al público, los interesados pueden «entrar y ver qué hacen» los artistas en Parking Gallery. Este año se celebra además el festival de video A Bocajarro en las paredes de El Claustro, con proyecciones artísticas que comienzan esta noche y seguirán durante el fin de semana.

Juan Fuster, de A Quemarropa, aplaude que el MUA haya seguido sus pasos «porque la intención era que las instituciones respaldaran estas iniciativas», cuyo caso está «más dirigido a la formación que a la producción, a crear redes profesionales entre artistas y profesionales».

Creación de «sinergias»

Los 11 residentes seleccionados entre medio centenar de solicitudes, que comparten también el alojamiento en el albergue San Roque y se pagan su estancia, valoran las «sinergias que se crean» en estos «espacios súper chulos, aquí y allá, en el centro de la ciudad», como destacan las francesas del Colectivo Polyphone, llegadas desde Grenoble, que afirman que «nos interesaba trabajar en España y nos atrajo entrar en contacto con agentes culturales». Ellas, que trabajan con vídeo, han aprovechado otra residencia artística en Madrid para amortizar su viaje a España, al igual que Marisol Maza, procedente de México DF, que después realizará otra residencia en Lugo, a quien le llamó la atención «el formato de las charlas, conocer el trabajo de otras personas y que otros comenten tu trabajo». Maza expondrá al público su propuesta gráfica, que consiste en hacer mapeos del espacio urbano, con una intervención con cartografías en el Postiguet.

Otros jóvenes, como el manchego Gil Gijón -que realiza retratos familiares con el polvo recogido materialmente en sus casas en su proyecto sobre la memoria-, el benidormí Juan Carlos Rosa -que busca los límites del arte a través de la ropa para hablar de las personas- o el madrileño Marco Prieto -cuyo discurso gira en torno a la instalación de la violencia en la sociedad- se presentaron a la convocatoria porque conocían a gente del año anterior o, como Marco, que vio la exposición realizada en Madrid, «y me dije que yo tenía que estar aquí, porque seguro que nos intoxicamos entre todos», mientras Gil subraya que «hay mucho feedback y me gusta que la gente te dé su opinión».

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