Pilar Belzunce, viuda de Eduardo Chillida, fallecida el pasado sábado los 89 años, será incinerada y sus cenizas se enterrarán bajo el magnolio donde fueron depositadas las del artista en agosto de 2002, en el área privada del museo Chillida Leku de Hernani (Gipuzkoa). Pilar Belzunce conoció a Chillida siendo adolescente y se hicieron inseparables, se casaron en 1950 y desde entonces, mientras el escultor se dedicaba a su arte, «ella se encargó de gestionar todo lo demás», incluidas las relaciones con las galerías y las cuestiones económicas. «Ella fue quien le animó a dejar la carrera de arquitectura y dedicarse a la creación», señalaron fuentes familiares.