Hacer compatibles el patrimonio arqueológico, una infraestructura del siglo XXI y el arte urbano puede parecer una quimera. Pero no lo es. Al menos eso es lo que consideró el Patronato de la Vivienda del Ayuntamiento de Alicante que pensó en la posibilidad de que algo tan frío como un aparcamiento cobrará vida y a través del arte fuera más que un lugar de paso para convertirse en un espacio agradable.
El resultado se puede ver -o mejor dicho, lo pueden ver aquellos que tengan plaza para aparcar- en El Portón, situado en las faldas de la Ermita de Santa Cruz e incrustado en la propia montaña, donde se vislumbran los restos de la muralla. Allí, en las cuatro plantas construídas se han pintado otros tantos murales, simulando cada piso una capa de la tierra.
Los autores han sido Sandra Zajaz, Toni Agustí y David Gil que se plantearon este proyecto como un recorrido desde el fondo de la tierra hasta el exterior. De ahí que la planta cero esté decorada con la figura de un minero que busca materiales; la uno representa la tierra; la dos, el mar, y la tres, el cielo. Y cada uno de estos estratos se identifica con un color que sirve también de guía al usuario: amarillo, rojo, verde y azul.
«Queremos que al alquilar la plaza la gente encuentre una imagen agradable y diferencial que ayude, que no solo sea el concepto de aparcamiento», asegura David Gil, uno de los autores de los grafitis. «El concepto es que la gente sienta que es un espacio agradable y eso supone un cambio de filosofía a la hora de plantear estas instalaciones para que las cosas tengan belleza, que ofrezcan un mensaje, aunque también era un riesgo porque había que buscar la conexión entre el ambiente histórico y la modernidad».
