Durante los años 30 del siglo pasado todo parecía indicar que Vicente Blasco Ibáñez iba a ser profeta en su tierra, algo que topa de bruces con el refranero español. Los homenajes que le rindieron en 1911, 1915 y, sobre todo, en 1921 así lo parecían. El recibimiento de su cadáver, ya en 1933, seguía señalando que su figura iba ser alabada por la tierra que lo vio nacer.

Así lo pone de manifiesto Javier Varela en su biografía sobre el autor de Cañas y barro y que ha titulado El último conquistador: Blasco Ibáñez (1867-1928), publicado por Tecnos. Varela, exdirector del Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad (MuVIM) y comisario en 2011 de la exposición Blasco Ibáñez 1867-1928, hace en su obra un pormenorizado repaso de la vida de Blasco Ibáñez como un clásico de las letras españolas.

«Sus obras se pueden leer hoy con interés. Están hechas con brío, son testimonios interesantes de la vida nacional. Pero, además, es un político original, un adelantado de la modernidad», señala Varela.

Blasco Ibáñez explica «fue un hombre desmesurado, de prodigiosa energía. Tenía características encontradas; era valiente y fanfarrón, épico y grotesco, escritor de genio y folletinista kitsch. Rara vez se ha dado en la misma persona una conjunción de facetas tan distintas: político, literato de éxito, colonizador, periodista, editor, viajero, guionista y productor cinematográfico».

Es precisamente esta faceta cinematográfica de proyección internacional una de las que menos se conocen del autor de Arroz y tartana. Sus obras clásica y adaptaciones cinematográficas en España son de sobra conocidas, pero novelas como Los cuatro jinetes del apocalipsis publicada por primera vez en 1916 y considerada por los expertos como una de las 100 mejores novelas en español del siglo XX le valieron un reconocimiento que se tradujo en millones de ejemplares vendidos. Otras, como Sangre y arena, Entre naranjos o Mare nostrum también han sido llevadas al cine por grandes directores. Los cuatro jinetes del Apocalipsis tuvo dos importantes adaptaciones cinematográficas. Una en 1921, dirigida por Rex Ingram y protagonizada por Rodolfo Valentino; y otra en 1962, dirigida por Vincente Minnelli, y contó con la actuación de Glenn Ford, Ingrid Thulin, Charles Boyer, Lee J. Cobb y Paul Lukas.

Extenso estudio

A lo largo de casi 950 páginas Varela se explaya en la biografía de Blasco Ibáñez. Es un recorrido por la trayectoria política y literaria del personaje, desde sus años de organizador republicano hasta la campaña contra Alfonso XIII, durante la dictadura de Primo de Rivera. Episodios como las empresas de colonización en Argentina o su tarea de propagandista durante la Gran Guerra quedan descritas en el libro. Y cómo no, hasta su muerte, que para Varela fueron tres: la primera, la real, en su residencia Fontana Rosa en Menton (Francia) el 28 de enero de 1928; la segunda, la que se recordó el 29 de octubre de 1933 cuando su cuerpo volvió a su tierra natal; y la tercera, la que durante tras guerra civil sufrió su figura, en el franquismo.