Amelia Carreras Fenoll es una superviviente que ayuda a sobrevivir a otras personas, algo que esta alicantina de 68 años considera que «no tiene ningún mérito» y cuya opinión no comparte el rey de España. Ayer, Felipe VI celebró su primer aniversario como monarca con el reconocimiento a 38 personas corrientes que, como Amelia, realizan servicios extraordinarios en su vida diaria y que ayer recibieron la Orden al Mérito Civil en el Palacio Real de Madrid.

Carreras, excatedrática de instituto afincada en Madrid, sobrevivió a un cáncer de pulmón con metástasis en el cerebelo cuando tenía 49 años y lleva los últimos quince colaborando en el Teléfono de la Esperanza y, desde 2007, en el teléfono de información Infocáncer de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC).

«Aquí tienes a tu presidenta», le indicó el Rey al ponerle la condecoración, ya que Doña Letizia ostenta la presidencia de honor de la AECC. De sobra lo sabía Amelia porque «la reina viene a trabajar a la casa» y ayer no se resistió a hacerse fotos con ella y el Rey «como si fueran Cristiano Ronaldo».

La alicantina se mostró ayer «muy contenta» tras superar su sorpresa inicial al conocer la noticia hace unos días con una llamada de la Zarzuela y quedarse «a cuadros». «Es una cosa que no te esperas de ninguna manera, y menos aún que te premien por lo que haces», explicó ayer la voluntaria, que se sintió «muy agradecida» con la distinción «porque yo no tengo mérito, hago voluntariado porque creo que lo tengo que hacer, me siento fuerte así, y porque estoy convencida de que cuando escuchamos a alguien en una situación difícil le hacemos un regalo».

Ella ayer sintió «muchas emociones, pensé en lo contenta que estaría mi madre y me llevó a reflexionar que a veces te encuentras con situaciones muy duras que acaban convirtiéndose en oportunidades». La alicantina se siente «una superviviente» tras vencer al cáncer con el peor de los pronósticos, «no daban un duro por mí y por la razón que fuera mi cuerpo pudo soportarlo», explica, tras reconocer que pese a pasar «un año y medio fuera del mundo», siempre tuvo presente «que yo no me podía morir porque no me había enterado de la vida, y el cáncer me vino muy bien para vivir después».

Positiva y optimista, su caso fue único porque apenas tenía supervivencia, pero «un cáncer hay que pelearlo hasta el final, con todos los recursos posibles», asegura la alicantina, que insiste en llamar al cáncer con todas sus letras y evitar referirse a él como «larga enfermedad», «lacra» o, especialmente, «cuando se dice que la corrupción es un cáncer».

«Hay que nombrarlo. Si no le pones nombre a lo que tienes los temores aumentan», afirma Amelia, que siempre vio la quimioterapia «como algo sanador, aunque estuviera ocho horas con el brazo muerto».

Carreras cree que el acto de ayer fue «muy simpático con un grupo de gente entrañable, a cual más cotidiano. Yo no me veía con los Reyes pero reconozco que ha sido una cosa entrañable».

Felipe VI condecoró a 38 ciudadanos anónimos de «conducta ejemplar», por su compromiso solidario y su afán de superación, como forma de conmemorar el primer año de reinado con un llamamiento a construir España «desde la afirmación de principios éticos y morales».

«Vosotros sois los que hacéis grande a España», insistió a sus invitados, un conjunto heterogéneo de trabajadores y empresarios, abogados, médicos, científicos, ingenieros, arquitectos, académicos, agricultores y ganaderos, cooperantes, inmigrantes y emigrantes, así como un músico y un policía local.