«Chafado» por no haber quedado entre los finalistas de MasterChef 3 y aturdido ante el aluvión mediático que le preparó RTVE, con paso por sus programas matinales de radio y televisión. Así se encontraba ayer el alicantino Fidel López, mientras aún digiere su expulsión del martes [el programa se emite en diferido], del concurso culinario, en una cita bañada en lágrimas, sobre todo de la presentadora, Eva González. «El expulsado era yo y ella lo pasó peor. La verdad es que me he dejado querer», confiesa.

Su carácter, más allá de sus cualidades en los fogones, ha sido uno de los aspectos más valorados durante el paso del alicantino por el programa, hasta el punto de que ya se le conoce como Fidel el Buenazo. «Se ha visto cómo soy, una persona bonachona. No tengo picardía ni maldad ninguna, por eso la gente me ha apoyado tanto», señala el concursante, que celebra haber «conocido a 14 hermanos» en sus compañeros de viaje por la televisión pública.

Uno de los puntos más complicados de esta experiencia ha sido el de someterse a los veredictos del jurado, formado por Pepe Rodríguez, Samantha Vallejo-Nágera y Jordi Cruz. «Son personas exigentes. Nos han dicho palabras muy fuertes pero lo más duro no se ve en la pantalla. Cuesta reponerse a una mala valoración y lo tenemos que aceptar como una parte más de nuestro trabajo. Nos exponemos a la crítica y debemos asumirlo si queremos aprender», afirma.

Con todo, Fidel ha contado con el apoyo del jurado -«Han tenido en cuenta que soy una persona muy trabajadora»-, especialmente de Jordi Cruz, que tras su expulsión del martes le ofreció la posibilidad de trabajar en su restaurante ABaC Barcelona. «Lo estoy valorando, por supuesto, hablamos de dos estrellas Michelin. Deseo subirme a ese tren y no bajar. Antes tengo que relajarme y organizar mi cabeza», explica sobre sus planes a corto plazo.

Dentro de los proyectos de Fidel, la primera cita ha sido una entrevista de trabajo con el chef Sebastián Abad, del restaurante La Vaquería de El Campello. Sus sueños no se quedan ahí. «Quiero aprender más sobre gastronomía, no es lo mismo cocinar en casa que hacerlo de forma profesional. Voy a coger experiencia, arriesgarme y montar mi propio local. Esto es como la música, se pueden hacer infinidad de canciones como infinidad de platos. Ahora tengo que encontrar mi tono», asegura el alicantino.

Lo que tiene más claro es que no se va a cerrar ninguna puerta. «Mi primera opción pasa por Alicante, que es la ciudad en la que he crecido. Tampoco estaría nada mal la posibilidad de irme al extranjero y exportar la cocina española. Para ello me falta todavía mucha escuela», indica.

Otro punto que ha jugado a favor de Fidel ha sido su pasado, con una infancia en la que se crió en un orfanato y un posterior paso por la Armada, que le destinó a Bosnia. «Es verdad que no he tenido una vida fácil. Tampoco me gusta contarlo porque la gente te mira con pena. Estoy orgulloso de cada paso que he dado, me han llevado hasta donde estoy ahora. Hay que ser fuerte», proclama.

Sus favoritos para vencer MasterChef 3 son, por este orden, Carlos, Antonio y Sally. «Pasar por el concurso es como hacerlo por un Gran Hermano sin cámaras. Al entrar nos quitaron todo, teléfono, Internet y televisión, no teníamos ningún contacto con el exterior. Nos pasábamos todo el día leyendo libros de cocina y jugando al parchís y al mus», concluye.