El torero José María Manzanares sufrió ayer un susto en la plaza de Granda, donde toreaba con José Antonio «Morante de la Puebla» y Alejandro Talavante en la tradicional feria del Corpus en Granada. Fue en su primer toro, el segundo de la tarde, al que desorejó, aunque acabó en la enfermería. El parte médico del alicantino rezaba: «luxación del octavo arco costal izquierdo con el cartílago común, así como un varetazo en la cara externa del muslo izquierdo. Trasladado al hospital Virgen de las Nieves de Granada».

Afortunadamente se quedó en varetazo y no penetró el pitón en el muslo del diestro.

Manzanares se confió en exceso ante el peligroso segundo, un toro que esperaba debajo y muy mirón, el cual le cogió dos veces de forma de muy fea. El alicantino se la jugó ante un animal sin posibilidades que lo mandó a la enfermería, no sin antes lograr las dos orejas.

Los toros de Zalduendo, de aceptable presentación y, aunque no le sobraron las fuerzas, resultaron nobles y de interesante comportamiento. Las excepciones fueron el peligrosos segundo y rajado sexto.

Los diestros José Antonio «Morante de la Puebla» y Alejandro Talavante salieron a hombros en el segundo festejo de la feria de Corpus de Granada, mientras que Manzanares por motivos obvios no pudo acompañarles.

Morante se sintió en su primero, un toro noble y colaborador pero de justa transmisión. El de la Puebla del Río toreó sumamente despacio y ligado, con momentos muy toreros en los remates por bajo y en el toreo al natural.

No acabó Morante de acoplarse con el cuarto, pero hubo torería en algunos detalles aislados sobre la mano izquierda. Faena con sabor aunque faltó continuidad y redondez. Tampoco lo vio claro en el sexto, y, pese a intentarlo, no llegó cogerle el aire a un toro sin raza, que deslució todo proyecto de faena.

Talavante instrumentó una faena de entrega, mando y valor a su primero, un toro noble aunque justito de fuerzas, al que ligó tandas de notable calado, sobre todo al natural, por donde toreó largo y con dominio absoluto. Aunque faltó contundencia con la espada, cortó un oreja.

Con el último de su lote, toro con guasa, se jugó la vida entre los pitones. Talavante expuso y ganó, muy torero y valiente en una faena llena de emoción y gobierno, donde, al final, salió vencedor de la afrenta.