Lo suyo era una manera de entender la vida, que también una manera de entender el negocio. «Conocía a sus clientes y sus gustos. Les decía qué película pillar, y qué película dejar», rememoran las hijas de Norberto García, Paloma y María Jesús, quienes califican a su padre como un hombre que disfrutó de su pasión, del cine, siempre. «Iba hasta con el andador a la filmoteca», comentan. «Él promocionó un lugar familiar, un centro que era como un servicio cultural», explican. «Cuando se puso enfermo, no te imaginas la gente que entraba y nos preguntaba por él», apuntan Paloma y María Jesús, quienes agradecen los continuos gestos de afecto que han recibido desde la triste pérdida de su padre. «Era una persona que llegaba a la gente, que era consciente de la decadencia del negocio, pero jamás tiró la toalla». Y así fue. Hasta el último día.
