La medicina tradicional clasifica las enfermedades en orgánicas, si tienen lesión de los órganos, y funcionales, en las que esa lesión no es evidente. Ese esquema es falso; en el enfermo lo orgánico y lo funcional se mezclan. Luego surgieron las enfermedades psicosomáticas, para denominar a las situaciones en las que los componentes psíquicos vitales acababan por producir lesión orgánica.

Los puntos dolorosos se localizanen la parte alta del músculo trapecio (equivale a la capucha de los frailes), por encima de ambas clavículas, por encima y de los codos, a nivel de las paletilla (escápula), en la nuca, los glúteos, etc. Las molestias empeoran con la ansiedad, el frío, humedad, ejercicio excesivo, y mejoran si se está de vacaciones o en climas cálidos. En ocasiones, la fibromialgia asocia otras alteraciones del sistema nervioso vegetativo como dolor de cabeza (jaquecas), alteración del sueño, alteraciones en las reglas, lagrimeo o secreciones nasales abundantes.

El diagnóstico del proceso no es sencillo ya que viene definido por los datos de la historia clínica y los hallazgos exploratorios, pero no se dispone de ninguna prueba de laboratorio que la defina. De hecho las múltiples pruebas que se usan en clínica para valorar inflamación de algún órgano (aumento de leucocitos o la velocidad de sedimentación) son en ellos normales. Se han hallado muchas alteraciones pero poco específicas como: cambios en las ondas del electroencefalograma, de la relación entre los linfocitos colaboradores y supresores de la sangre (CD4/CD8), en los niveles de la hormona de crecimiento, substancia P, disminución del cortisol o disminución del riego cerebral por técnica de Spect. Y normalizar estas alteraciones no les mejora y no se usan para el diagnóstico de la enfermedad. Se ha postulado que los enfermos padecen una alteración nerviosa en la percepción del dolor que algunos relacionan con trastornos del sueño (fase 4) y debidos a tener niveles de serotonina bajos. Sus molestias pueden confundirse con otras enfermedades funcionales como la depresión o alteraciones metabólicas, hipotiroidismo, polimialgia reumática, polimiositis, etc?y a veces se asemejan a la astenia crónica, o aparece tras ellas. Son muy frecuentes las alteraciones psicológicas: un tercio sufre depresión, otros ansiedad, somatizaciones, hipocondriasis.

A veces se benefician de medicación antidepresiva, especialmente de los fármacos que inhiben la recaptación de la serotonina en las células del sistema nervioso o de los antidepresivos tricíclicos. Para conciliar el insomnio pueden ser útiles las benzodiacepinas. Y también se debe usar de forma sensata los analgésicos y anti inflamatorios no esteroideos, o la gabapentina. En resumen: hablamos de una enfermedad frecuente, de causa desconocida, diagnostico complejo y manejo terapéutico difícil.

Se han ensayado muchos medicamentos, los mejores los antidepresivos, pero el Prozacno suele ser efectivo. Se han probado antivirales e inmuno estimuladores si hay defecto de ella (interferón). Los anti inflamatorios o glucocorfticoides son tratamientos sintomáticos que ayudan pero que no cambian su curso. La carnitina (los deportistas la usan) es útil en algunos casos. Sin mucha evidencia se han usado: sulbutiamina, compuestos de adenosin trifosfato, aspartato magnésico potásico, el hierro, ginseng o los preparados multivitamínicos B1-B6-B12, pero no parecen aportar gran cosa.

? Jaime Merino, internista y Enrique Batlle, reumatólogo,

ambos del Hospital Universitario

de Sant Joan.