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Entre la animación y la literatura

El Lovecraft Film Festival, uno de los certámenes más populares en Estados Unidos, selecciona el cortometraje La noche del océano de la torrevejense María Lorenzo

La muestra de fantasía y terror se celebra en sus dos sedes de San Pedro (California) y Portland (Oregón) INFORMACIÓN

La noche del océano es la historia, en cierto modo, de Robert H. Barlow y Howard Philips Lovecraft. La amistad comienza en una primera correspondencia epistolar de Barlow a una temprana edad (tenía 13 años) hacia su escritor admirado, Lovecraft, y que se prolonga hasta la muerte de éste, quien fuera considerado por Stephen King «el príncipe oscuro y barroco de la historia del horror del siglo XX».

Una amistad que fue a más, de tal modo que Lovecraft llegó a considerar a Barlow como su hijo, entre visitas familiares, paseos y largas conversaciones, sumándose así a la carrera literaria de Lovecraft con proyectos literarios y corrección de originales, y la publicación conjunta de varios trabajos como Cosmos en colapso, Hasta en los mares o La noche del océano.

«A pesar de haberla escrito con tan sólo 18 años, La noche del océano es una obra de madurez que resume las características más importantes de su estilo. De alguna forma, en este misterioso relato está impreso el ADN literario de Barlow. En clave de maravillosa parábola, La noche del océano gira en torno a uno de los temores más ancestrales del género humano: el de nuestra propia extinción. La historia está protagonizada por un pintor que pasa sus días de vacaciones en una cabaña junto al mar. Tras unos primeros días soleados e idílicos, la melancolía del cambiante paisaje le invita a percibir una serie de fenómenos extraños que culminarán con un encuentro con lo imposible», señala la torrevejense María Lorenzo en un reciente artículo que revela la fascinación que despertó en ella este relato de ambos autores norteamericanos, y que le empujó a la realización de un cortometraje de animación, ahora seleccionado en el popular Lovecraft Film Festival de Estados Unidos que se celebra en San Pedro (California) y Portland (Oregón).

«Cuando me pongo con la realización en marzo del 2011, con la crisis del accidente nuclear Fukushima, y lo finalizo en 2014, con el ébola, viene a actualizar este proceso de crisis del ser humano», explica Lorenzo, quien se inspiró en su tierra natal, Torrevieja, para las localizaciones de su cortometraje: «Cuando leo el relato, tenía pensada la casa que aparece, porque hay un pequeño chalet en la playa de los locos así, y es ese sitio el que se ajusta un poco a lo que describe Barlow».

El Lovecraft Film Festival de Estados Unidos no está especializado en animación, por lo que la selección de la obra de Lorenzo, financiada por Culturaarts de la Generalitat, sabe a mucho más que un premio por lo difícil del sector de colarse en certámenes cinematográficos generalistas y por la competencia que supone medirse a piezas audiovisuales de ficción con grandes presupuestos.

En cualquier caso, eso sí, evidencia el buen momento que representa el sector de la animación, que lejos de retrotraerse, avanza con paso firme.

«Creo que sí es un buen momento, porque la animación tiene más aplicaciones que nunca y más visibilidad que nunca. Está saliendo además de ese nicho de estigmatización, de que solo sirve para niños, cuando es todo lo contrario. Y la ayuda que nos ha concedido Generalitat está muy bien, nada que ver con lo que ocurría años atrás, por lo que el sector de ayudas en la animación se ha revitalizado como un producto cultural que es. Y en el campo de la enseñanza, está muy bien posicionado. Cada vez hay más grados de animación en la escena universitaria, se ha multiplicado el número de másters, y proporciona empleo a los alumnos también, que es lo deseable», apunta Lorenzo, docente en la Universitat Politècnica de València, quien solo echa en falta un espacio mayor para la animación en la televisión española.

Ante la pérdida de Lovecraft, Barlow fue nombrado su albacea literario, aunque de poco le sirvió cuando el círculo más cercano a Lovecraft le negó manuscritos y su biblioteca. Barlow se preocupó asimismo de editar dos revistas sobre literatura fantástica The Dragonfly y Leaves, entre 1935 y 1937, y también depositó en la biblioteca John Hays los relatos que Lovecraft había publicado en la revista Weird Tales. Aunque su pasión literaria se mantuvo intacta, su posterior carrera se centró en la antropología, donde llegó a ser un brillante investigador y profesor en la Universidad de México.

El 2 de enero de 1951, con 32 años de edad, falleció a consecuencia de una sobredosis de barbitúricos. La hipótesis del suicidio es más aceptada, ya que había sido chantajeado por uno de sus alumnos con exponer públicamente su homosexualidad. Cuando sus ayudantes lo encontraron, había una nota clavada en su puerta, escrita en caracteres mayas, que decía: «No me molestéis. Quiero dormir mucho tiempo».

«Su muerte antes de tiempo nos ha negado la posibilidad de conocer la evolución posterior de su genio multidimensional, al que hemos querido rendir homenaje llevando al cine su hijo literario más conocido, en forma de cortometraje de animación», concluye Lorenzo.

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