La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, ha remitido una carta al rector de la Universidad de Alicante (UA), Manuel Palomar, en la que agradece a esta institución por el nombramiento del poeta chileno Raúl Zurita como doctor Honoris Causa por la UA.

Zurita, considerado el poeta chileno con mayor repercusión mundial después de Pablo Neruda, fue investido ayer doctor Honoris Causa en reconocimiento a sus cualidades literarias y por ser un importante referente de las letras hispanoamericanas en las últimas décadas.

En la misiva, remitida ayer y facilitada hoy por la UA, Bachelet agradece la invitación que le había hecho llegar el rector de la Universidad de Alicante para participar en la investidura de Zurita y lamenta que no le será posible asistir, si bien envía un afectuoso saludo a todos quienes se reunieron en ese acto para homenajear a "uno de nuestros mayores exponentes de la poesía chilena actual".

También saluda, "especialmente", a Zurita, a quien define como "un inventor inagotable, un autor prodigioso, un creador infinito que nos ha regalado" con sus obras "la identidad de nuestra gente, la riqueza de nuestro pueblo, la belleza de nuestra geografía".

"Zurita es un poeta agudo, un observador de nuestra realidad, un orador que ha representado, a través de sus creaciones, el dolor de nuestro pueblo, la soledad de nuestra gente", expone la mandataria de Chile en la carta.

Un poeta, destaca Bachelet, que "ha plasmado en sus obras parte importante de la historia" del pueblo chileno.

"Como presidenta de Chile y como mujer, me enorgullece que un poeta chileno de la talla de Zurita sea reconocido con esta distinción honorífica y agradezco la fuente inagotable de creatividad de nuestro poeta Raúl Zurita", añade.

Zurita -Premio Pablo Neruda (1988) y Premio Nacional de Literatura de Chile (2000), entre otras distinciones- fue represaliado durante el régimen de Pinochet.

A partir del golpe militar de 1973 en Chile, la poesía se transformó para él en un refugio y única esperanza para superar la tragedia personal y colectiva del país.

Eso significaba aprender a hablar de nuevo porque ninguno de los modelos poéticos y artísticos precedentes servía dar cuenta de la magnitud del quiebre histórico, político, psicológico y social que supuso la implantación de la dictadura.