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El secreto de Gabriel Miró

La investigadora Laura Palomo reordena y completa el libro inédito Figuras de Bethlem, descubriendo así una obra moderna de gran valor literario del escritor alicantino que permanecía oculta y desfragmentada en la prensa de la época

Manuscritos de Gabriel Miró. A partir de un conjunto de documentos, como textos, esquemas y notas, Laura Palomo ha reconstruido la obra Figuras de Bethlem.

Ya sea por la injusta y agresiva crítica de Ortega y Gasset a su libro El obispo leproso; o por su estilo metafórico, ambicioso, refinado y amplio, muy amplio, solo apto para lectores muy exigentes; o bien por su particular personalidad literaria, alérgica a temáticas en boga, que también a pompas de tertulias y homenajes; por eso, y algunos apuntes más, el escritor alicantino Gabriel Miró permanece hoy en un incomprensible olvido cuando su aportación al lenguaje fue «millonaria», que dijo Umbral, y Azorín se ausentó para siempre de la RAE cuando ésta no valoró correctamente a uno de los grandes prosistas del siglo XX.

En cualquier caso, el tiempo corrige los defectos del pasado y solo así se explica lujosas contribuciones como la reciente de Laura Palomo Alepuz, que ha reordenado y completado la obra inédita Figuras de Bethlem, el secreto de Gabriel Miró, descubriendo un libro de enorme valor literario que hasta ahora se encontraba oculto y perdido entre la prensa de la época y un apéndice del tomo VI de las Obras Completas.

De este modo, en un trabajo dirigido por el profesor Miguel Ángel Lozano y que se ha centrado en los legados que custodia la Fundación Caja Mediterráneo, la alicantina Laura Palomo ha partido de un amplio conjunto de documentos (manuscritos, esquemas, mapas, notas...) para reelaborar la estructura y esquema de Figuras de Bethlem, en un pormenorizado análisis que le ha valido la máxima calificación en su tesis doctoral con la Universidad de Alicante.

«Fue muy difícil unir todas las piezas del puzzle, porque no conocía el argumento de Figuras de Bethlem ni su estructura y tampoco contaba con un texto base o con bibliografía crítica que me sirviesen como referencia. Es necesario tener en cuenta que el material era manuscrito y fragmentario y, además, estaba muy desordenado. Por lo tanto, nuestro trabajo era como el del arqueólogo que va desempolvando cada trocito de una antigua edificación y a través de las partes trata de reconstruir lo que a él le parece que fue el conjunto. Yo fui conociendo el argumento de la obra al mismo tiempo que iba transcribiendo. Pero, sin duda, lo que más quebraderos de cabeza me dio fue la cuestión de la estructura, porque de ella dependía toda mi propuesta de ordenación», señala Laura Palomo, quien configura y divide el libro en tres partes: la primera, dedicada a la historia de Belén; la segunda, al viaje que emprenden los Reyes Magos; y la tercera, al reinado de Herodes, de tal manera que las tres confluían en el mismo momento histórico: el del nacimiento de Jesucristo.

«Por lo que se puede deducir de las opiniones del mismo escritor sobre esta obra, en su epistolario o en algunas entrevistas publicadas en prensa, a Miró le ilusionaba mucho este trabajo. Empieza a mencionar su gestación a partir de 1918 y en 1930, cuando se produjo su muerte, todavía seguía escribiéndola. Figuras de Bethlem conjugaba varios de sus intereses: su atracción por la historia antigua, por la Biblia y por los clásicos greco-latinos», apunta la investigadora alicantina, que ha llevado a cabo una aportación esencial en la bibliografía mironiana.

«La persona que me inició en la lectura de la obra de Gabriel Miró fue Miguel Ángel Lozano. Yo estaba estudiando la licenciatura y él daba una asignatura que se llamaba "Novela española del Modernismo a la Vanguardia". Durante ese curso leímos Nuestro Padre San Daniel y El obispo leproso. Miró me maravilló. Por eso, cuando me matriculé en el doctorado, pensé que me gustaría hacer mi trabajo de investigación sobre su obra y bajo la supervisión de Miguel Ángel», afirma Laura Palomo, quien destaca el apoyo decisivo para su tesis de los legados de la Fundación Caja Mediterráneo y la Biblioteca Gabriel Miró.

«Mi investigación se basa en dos pilares: el análisis del archivo y la consulta de la biblioteca personal del escritor. Por este motivo, sin su apoyo mi tesis no hubiera tenido sentido», concluye la alicantina.

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