La actriz Amparo Baró, una de las caras más conocidas y respetadas de la escena española y una «grande» del teatro, el cine y la televisión, murió ayer en Madrid a los 77 años, tras una larga enfermedad, dejando en la memoria del público su personaje de Sole en la serie 7 Vidas. Según ha informado a Efe la representante de Baró, la capilla ardiente estará abierta hasta hoy a las 13horas en el Tanatorio Norte de Madrid, y la incineración se celebrará en el cementerio de La Almudena.

Año tras año, Baró, que recibió la Medalla al Mérito en las Bellas Artes en 2011, era elegida en una encuesta como una de las personas más conocidas de España y la mujer más valorada, algo que ella atribuía solo a la suerte porque su «fuerte» no había sido nunca «socializar», pero daba igual: hiciera cine, teatro o televisión arrasaba con su ácida dulzura. Baró tenía «todas las experiencias» y las había vivido «como había querido», presumía en su última entrevista con Efe.

Casi nada le asombraba, aunque agradecía humilde que se agotaran, sistemáticamente, las entradas, como ocurrió en su último montaje teatral, Agosto, en el CDN, o todos esperaran ansiosos el resultado de La puerta abierta.

La catalana, aunque vivió desde muy joven en Madrid, había comenzado en diciembre el rodaje junto a su íntima Carmen Machi de La puerta abierta, de Marina Seresesky, la historia de una hija y una madre prostitutas. Machi estaba entusiasmada con la idea y se deshacía en elogios hacia la que ya se había estrenado como su «madre» en una de las más potentes historias teatrales que se han estrenado en España, Agosto. Esta obra, dirigida por Gerardo Vera, era su vuelta a la escena tras 12 años y regresó porque desde que conoció el texto supoque «necesitaba hacer» una pieza «tan brillante y conmovedora».

Baró incorporaba con tal maestría sus personajes que, recordaba, cuando hacía de Sole en la serie de televisión 7 Vidas un taxista la «acusó» de ser «una roja». Ella le explicaba que aquel era su personaje pero él insistía hasta que ella le espetó: «No, no soy roja. ¿O es que cree que si hiciera de puta lo sería?». «No creo que sea la más conocida y valorada, aunque lo digan esas encuestas. La gente me quiere pero no me conoce mucho y confunde a la Sole de 7 Vidas conmigo. Soy irónicamente ácida, pero del resto nada. Ni de puta, ni de roja», se reía recordando la anécdota.

Tenía «muy claro» que «si me veo sin fuerzas no volveré a escena»,decía. «Morir en un escenario me parece una ordinariez y un horror», sentenciaba.

Aumía su «error» de haberle dicho que «no» a Pedro Almodóvar cuando la llamó para su primera película, Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón.

Se había «reconciliado» con el cine con Siete mesas de billar francés (2007), por la que recibió el Goya en 2008 a la mejor actriz de reparto, pero, como todo, se lo tomaba con «el tiempo y la perspectiva que requiere el trabajo», aseguraba.