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De «El Hobbit» a Nueva York

El cineasta alicantino Vicente Pérez edita la última película de Gustavo Ron rodada en la ciudad neoyorquina con la actriz Blanca Suárez de protagonista

Vicente Pérez, cineasta de Almoradí afincado en Los Ángeles, y que trabajó a las órdenes del equipo de Peter Jackson en la elaboración de los extras para la trilogía de El Hobbit, abandona ahora el género de aventuras para adentrarse en una historia de amor que tiene lugar en una pequeña y coqueta panadería de Nueva York con My bakery in Brooklyn. Una cinta que, con referencias a Lubitsch y Capra, aborda el pasado y presente, lo antiguo y lo nuevo, sobre lo que hacer con un negocio de barrio en tiempos de cambio.

La comedia romántica, dirigida por Gustavo Ron (quien ya llevó a la gran pantalla Ways to Live Forever, adaptación del libro de Sally Nichols), vuelve a recordarnos la atracción y fascinación que el mundo del séptimo arte siente por Nueva York, ciudad que por cierto acogió el pasado año el rodaje del alicantino Jorge Torregrossa con La vida inesperada.

El cineasta Vicente Pérez, que se encarga de la edición y, por tanto, del montaje que se realiza bajo la supervisión del director, está encantado con este nuevo proyecto que protagoniza además Blanca Suárez, actriz de moda en el cine español cuando saltó a la fama por sus intervenciones en las series de El barco y El internado de Antena 3, aunque en el cine también se le ha visto en Los amantes pasajeros, de Pedro Almodóvar, o Miel de naranjas, de Imanol Uribe.

«El rodaje de la película ha sido en gran parte en Nueva York, con varias escenas cruciales en Valencia. Yo lo he seguido desde la distancia, puesto que a mí los materiales me llegaban diariamente a Los Ángeles, donde ya pude empezar a darle forma a la película antes incluso de que se hubiera terminado de rodar», señala el cineasta alicantino Vicente Pérez, quien define su papel en la cinta como una «labor muy creativa» ya que «se dice que una película se hace tres veces: la primera, cuando se escribe; la segunda, cuando se rueda; y la tercera, cuando se edita. Y es cierto. Muchos elementos de la historia y del tono solo ocurren a la hora de llegar a la mesa de montaje».

«En cualquier caso, ha sido un rodaje tremendamente exitoso para las ambiciones del proyecto. Es una película muy coral, con muchos actores y localizaciones. Pese a ello se consiguió rodar todo el material necesario en varias semanas menos de lo que suele ser habitual», agrega Vicente Pérez, especialmente satisfecho de haber contado con él el director Gustavo Ron: «Tiene una visión muy personal que bebe en muchos de los grandes clásicos de la época dorada del cine americano, pero reinterpretándolos en un contexto muy contemporáneo. Esta elegancia es cada vez menos común hoy en día y se separa mucho de otros proyectos que había hecho hasta ahora. Las películas tienden cada vez más a dar prioridad al ritmo visual sobre todo lo demás, pero Gustavo deja que los personajes y las interpretaciones marquen el ritmo. Es así como se consigue esa "magia" que cada vez resulta más difícil de encontrar en el cine», añade.

El cineasta alicantino, que se ha estrenado con esta cinta en la comedia romántica, destaca el número de películas españolas que se trasladan o desarrollan en el extranjero, para así darles un componente internacional que facilite su distribución. Por todo ello, Estados Unidos acoge cada vez más proyectos del séptimo arte español.

«Lamentablemente el mercado doméstico para el cine español es más y más limitado. La gente va cada vez menos al cine en nuestro país. El rodar en Estados Unidos permite dar más proyección internacional a los proyectos, al tiempo que los hace más atractivos para el propio público nacional. Es una tendencia que lejos de ser moda va a hacerse cada vez más común. Para sobrevivir, nuestro cine va a tener que buscar una audiencia más global. Eso no significa que tengamos que dejar de lado historias más cercanas, es cuestión de saber combinar los dos tipos de cine. Es algo en lo que Francia o Italia nos llevan mucha ventaja», afirma.

Vicente Pérez, que aterriza en la comedia romántica tras el montaje de una de terror (Devil May Call), tiene ya su apuesta para la próxima ceremonia de los Óscars: Boyhood.

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