Louis de Cazenave, de 109 años, y Lazare Ponticelli, de 108, son los dos únicos franceses que lucharon en la primera contienda de alcance mundial y sus testimonios aparecen hoy en el rotativo "Le Parisien", en coincidencia con el nonagésimo aniversario de la batalla de Chemin des Dames (norte de Francia);.

Esa batalla, lanzada por Francia contra las posiciones alemanas, congregó a un millón de soldados de ambos bandos y costó la vida a más de 100.000.

Louis de Cazenave estuvo allí, enrolado como un joven "patriota y entusiasta", pero su recuerdo es horrible: "basta con haber escuchado a los heridos entre las líneas, que llamaban a su madre, suplicaban que se les matara".

La experiencia ha convertido al anciano en un pacifista e incluso hace unos años rechazó la Legión de Honor con el argumento de que muchos de sus conmilitones muertos "ni siquiera tuvieron derecho a una cruz de madera".

Terminó por aceptar esa condecoración, pero mantiene que prefiere ser enterrado de manera íntima en el pequeño cementerio de Saint-Georges de Haurac más que una gran ceremonia de Estado.

En noviembre de 2005 el presidente francés, Jacques Chirac, lanzó la idea de que el último superviviente de la I Guerra Mundial tuviera unas exequias solemnes.

Lazare Ponticelli recibió poco después una carta de Chirac en la que le informaba de esa iniciativa y todavía hoy mantiene: "Si el último superviviente soy yo, digo que no. Sería una afrenta para la gente que ha sobrevivido en la guerra y ha muerto sin consideración".

Nacido en Italia, Ponticelli se instaló de niño en Francia y cuando empezó la guerra se enroló en un batallón de extranjeros que luchó en Soissons (noreste); pero fue reclamado por su país de origen, por lo que combatió en sus filas hasta que fue desmovilizado en 1916, tras ser herido en la cabeza.

De vuelta a Francia, consiguió la nacionalidad de su país de adopción a finales de los años 30, antes de la II Guerra Mundial, en la que no participó como soldado, sino como miembro de la Resistencia.