En su nuevo disco cambia de forma clara con respecto a los anteriores. ¿Qué ha buscado con esta grabación?
Con este proyecto yo quería crear un sonido nuevo y original. Trabajé mucho para buscar mi propia identidad y lo que yo quería aportar a la música, así como el mensaje que yo quería transmitir. En It's a good day las guitarras están muy presentes. Es un instrumento que me gusta mucho, y decidí juntar tres guitarras muy diferentes. Todas mis influencias, y los estilos que me hacen vibrar se encuentran en el disco, de manera muy sutil.
¿Le gusta la etiqueta de cantante de jazz?
Yo me considero una cantante simplemente, pero reconozco que me gusta mucho cantar jazz, aunque también me gustan otros tipos de música. Quiero seguir aprendiendo otros estilos y no me cierro ante un nuevo proyecto. A los artistas no nos gustan las categorías en general porque lo que queremos hacer con nuestro arte es romper los límites y crear nuevos colores. De todas las categorías, el jazz es una que se presta a lo que yo hago porque hay mucha libertad e improvisación en este estilo.
Usted vive a caballo entre Europa y Nueva York, ¿qué diferencias hay, musicalmente, entre ambos mundos?
Hay muchas diferencias, pero los dos mundos me gustan mucho. Yo me crié en Francia y es ahí donde me enamoré de la música de los gitanos. Después fui a Nueva York a estudiar jazz, y me enamoré de muchos otros tipos de música también. En Nueva York la gente está más acostumbrada a asistir a conciertos del más alto nivel, artistas de una maestría musical asombrosos. Hay tantos músicos, tantos lugares, tanta creación. En Europa están más abiertos a la experimentación. Hay menos purismos.
¿Cuáles son sus influencias?
Mi madre es de República Dominicana y le encanta bailar. Siempre se escuchaba salsa, bachata y merengue en mi casa, pero también le gustaba poner música francesa, country, Michael Jackson y sevillanas. A mi padre le gustaba más la música clásica, pero escuchaba de todo tipo de géneros. Cuando yo tenía 14 años me hice amiga de unos gitanos que vivían en mi pueblo, Samois, y que eran de la familia de Django Reinhardt. Esa fue mi primera gran influencia. Después vinieron Ella Fitzgerald, y muchos otros artistas.
¿Cómo fue ese encuentro?
En Samois hay todos los años un Festival para honrar la figura de Django. Para asistir los gitanos vienen de toda Europa en sus caravanas y están tocando la guitarra todo el día. Fue allí como me hice amiga de ellos, me enamoré de su cultura, su modo de vivir, su música. Comencé a tocar la guitarra. Un día me aprendí la canción Sweet Sui y desde entonces solamente he querido cantar. Aprendí todas las canciones que yo podía de todos los discos de Django, nunca pensé en lo que quise hace.
¿Qué le diría a una joven que quisiera dedicarse a la canción ahora mismo?
Que escuche mucha música y que nunca se olvide de que si esto es lo que quiere hacer, ¡pues lo debe hacer! Es importante no desanimarse al principio.
