¿Qué siente cuando le nombran diseñador revelación de la moda española?

Se me ha puesto en el mapa y estoy súper contento pero lo he conseguido con mucho esfuerzo y trabajo. Llevo mucho tiempo haciendo colecciones pero todo comenzó con el premio de Vogue Who's On Next. Supuso entrar en el circuito de la moda, el de verdad. Situarse es muy difícil.

¿Qué es lo más difícil?

Crear una estructura empresarial que aguante temporada tras temporada la marcha y el ritmo que exige la moda. Es inversión y renovación continua.

¿No le produce angustia, vértigo, ese examen implacable cada seis meses?

No se lo pueden ni imaginar, y el de la búsqueda de estabilidad constante. Cuesta, se consigue poco a poco, sí, pero cualquier movimiento en falso puede suponer la catástrofe.

¿Cómo se enfrenta a la creación y a los números al mismo tiempo?

Soy empresario a la fuerza porque en la casa somos cuatro gatos. Lo peor son los números y los llevamos en familia. Los detesto. Intento quitármelos de encima, pero al final no queda otra. Espero tener quien se ocupe de la parte material y yo dedicarme a divertirme creando.

¿El dinero contamina la creatividad?

Siempre digo que el estar cerca de los números contamina la mente porque va sujeto a querer continuar, a querer vender. Llegué a esta profesión de rebote, nunca había pretendido tener una etiqueta propia aunque en mi familia existe la tradición, mi padre es sastre y mi madre tiene una boutique de mujer. Nací en un ambiente de moda de verdad porque ellos son muy exigentes con el producto, y de niño ya jugaba con agujas y patrones. De repente me vi estudiando Bellas Artes, como una fórmula para retrasar el momento de meterme de lleno.

¿Quería retrasar su entrada por miedo pero se preparaba para llegar?

Sentía miedo, mucho, porque estaba aleccionado por mi madre Gracia Barragán y sabía que tenía que dar el do de pecho. Sabía que esta profesión es muy difícil y en España más. Al final conseguí superarme y ya estoy en la lucha.

¿Qué diseñadores le inspiran?

Los de antes, los que vivían un momento tan diferente al nuestro, tan irrepetible, que no puedo guiarme por ellos. Vivimos en un mundo muy loco, desenfrenado, difícil de seguir, mega industrializado. El sector de la moda devora colecciones a un ritmo desorbitado y explotará un día u otro. Lo que hicieron Chanel o Yves Saint Laurent empezando con una sombrerería y un pequeño atelier hoy es del todo inviable.