«Se ve que por la edad me está cayendo algún que otro premio en estos días, por casualidad, porque no los busco», aseguraba ayer el filósofo y humanista Emilio Lledó un par de horas antes de conocer que había sido galardonado con el Premio Nacional de las Letras. Con estas declaraciones premonitorias comenzaba Emilio Lledó pasadas las once de la mañana un encuentro con periodistas en la sede de la Asociación de Editores de Madrid con motivo de la concesión del Premio Antonio de Sancha en reconocimiento a su trayectoria intelectual y a su compromiso y apoyo al mundo de la cultura y la literatura. Un encuentro en el que recordó su pasado como profesor, su estancia de casi 15 años en Alemania y, sobre todo, su insistente defensa de la cultura y de la lectura como apasionado lector que es.

Su biblioteca es para Lledó su «compañía», de tal forma que, dijo, podría reconstruir su vida mirando sus libros y recordando dónde los compró y lo que le evocan. Aseugra que no concibe esas paredes, que albergan unos diez mil volúmenes, sin «el silencio de los libros» desde los que sus autores hablan, dice, y le reprochan en ocasiones, como Kant, que hace tiempo no los relee. «Tendríamos que dar las gracias a todos los grandes escritores que nos acompañan a lo largo de la vida. Es la compañía más maravillosa, poder dialogar con Goethe, Lorca, Cervantes... es el don más hermoso que podemos tener los seres humanos».

Cree que no leer constituiría «la muerte de la sociedad, de la cultura», una cultura que es para Lledó «la verdadera riqueza de un pueblo». Por eso, afirma que como en la actualidad los medios de comunicación son los que educan, es un «deber» que insistan en la necesidad de la lectura.

Profesor durante más de cincuenta años, Emilio Lledo insistió ayer en que es necesario combatir el pragmatismo y consideró «una monstruosidad» que las Universidades «anuncien su bondad diciendo a los estudiantes que nada más acabar los estudios, ya estarán trabajando».