El empresario de la Plaza de Toros de Alicante y apoderado del torero durante los dos penúltimos años de su carrera, Simón Casas, aseguró ayer que Manzanares ha sido «uno de los grandes maestros de los últimos cincuenta años» que se convirtió en «una referencia total y absoluta de sabiduría, de estética y del arte de torear».

Casas, que mantuvo una relación estrecha con el diestro «muy cariñosa, de respeto y cariño mutuo», lamentó su fallecimiento repentino siendo aún tan joven.

«Para mí su desaparición es muy dolorosa y va a dejar un espacio en el mundo del toreo que quedará vacío, porque puede haber muy pocos como él».

De la personalidad compleja del matador, el empresario taurino manifestó que «era un personaje atípico, en el sentido artístico de la palabra. Dicen que se torea como se es, y si él era un artista en la plaza, también era un artista en la vida, con una sensibilidad muy aguda».

También apuntó que el torero alicantino mantuvo siempre una «polémica interior consigo mismo» y añadió que su perfeccionismo le llevó, como decía Belmonte, «a una lucha permanente con su propio duende, con su propia alma». «José Mari Manzanares era un personaje atormentado que también necesitaba cariño y seguridad de su entorno de amigos del toreo porque amaba locamente la tauromaquia», concluyó Casas.

El también empresario de la Plaza de Toros Nacho Lloret se mostró apesadumbrado por la «pérdida irreparable» que supone la muerte del diestro «para la historia de Alicante y la historia del toreo».

Lloret apuntó que para alguien que pertenece al mundo del toro, el fallecimiento de Manzanares es una pésima noticia porque «lo ha sido todo y, además, es alicantino». El gestor del coso taurino señaló, ante los preparativos para celebrar su despedida en Alicante, que «habrá que recordarle e intentar estar a la altura de su memoria».