«Cuando escribes un libro, te escondes detrás de él», declaró ayer Patrick Modiano en la sede parisina de su editorial, Gallimard, tras conocer que había sido galardonado con el Premio Nobel de Literatura, algo que no se esperaba «en absoluto» y que dedicó a su nieto sueco. A sus 69 años, el autor de obras como Un pedigrí, La hierba de las noches, ve consagrada con el Nobel una carrera en la que ha conseguido todos los galardones franceses.

«No he tenido tiempo de conocer las razones para elegirme», confesó en una comparecencia en la que confirmó su reputación de hombre tímido y en la que insistió en que no había tenido tiempo para asimilar lo «abstracto» e «irreal» de la concesión del premio. Con las cejas apretadas sobre la montura negra de sus gafas y gesticulando efusivamente, Modiano (Boulogne-Billancourt, 1945) insistió en que «escribir es un actividad solitaria». «Estamos acostumbrados a una especie de soledad», agregó el decimoquinto nobel francés de literatura, quien comentó que «es más fácil hablar de los otros» que de uno mismo. «El tiempo va cada vez más rápido para las actividades que necesitan un poco de tiempo», agregó el autor de Trilogía de la ocupación o Calle de las bodegas oscuras, Premio Goncourt en 1978.

El escritor, que estaba entre las listas de favoritos, se incluyó en «una generación de transición, más sensible a los cambios» que los escritores del siglo XIX, cuando el ritmo de los acontecimientos era más sosegado. «Intentamos traducir eso (...), traducir la angustia contemporánea», dijo el escritor, que reconoció que la literatura «también puede ser una especie de refugio» donde el creador se comporta «como un ciclista que continúa sin tener muy claro lo que representa» su camino. Sin decantarse por un autor, un libro o una corriente entre sus influencias, porque le resultaría muy complicado citar todos los libros que le han marcado «desde la infancia o la adolescencia», Modiano sí se mostró su admiración por Albert Camus.

Se trata del décimoquinto francés que se alza con el premio de la Academia sueca, el primero desde que lo hiciera Jean-Marie Le Clézio en 2008, un reconocimiento para un autor inusual, creador de un estilo propio, nacido de sus recuerdos, a menudo de una infancia infeliz y de un periodo, la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial, que no vivió en primera persona pero que adorna sus obras. Modiano afirma que en parte escribe para afrontar ese pasado, que lo hace de forma natural, como una terapia, poética, contra sus padres ausentes y su adolescencia solitaria, clandestina. «No escribo para hablar de mí ni para arreglar cuentas (...) Pero estuve marcado en mi infancia por una atmósfera, un clima, situaciones que me sirven para mis libros», confesaba en una reciente entrevista.

Nacido en Boulogne-Billancourt (oeste de París) el 30 de julio de 1945, Patrick Modiano culmina con el Nobel de Literatura una carrera en la que también ha ganado los galardones más importantes de su país, el Goncourt y el Gran Premio de novela.

Hijo de una actriz belga -Louisa Colpjin- y un empresario italiano -Alberto Modiano-, se crió entre Francia e Italia, y su infancia estuvo marcada por la muerte por leucemia de su hermano mayor, Rudy, a la edad de 11 años, a quien estaba muy unido y a quien dedicó todas sus obras entre 1967 y 1982. Tras acabar sus estudios en la ciudad de Annecy, decidió no entrar en la universidad para dedicarse a la escritura. A partir de 1962, una vez que decide no asistir a la universidad, se dedica a sobrevivir vendiendo libros antiguos que robaba de bibliotecas o de casas de amigos e incluso escribía falsas dedicatorias del autor para conseguir darle más valor a las obras. En esa época pierde el contacto con su padre, con quien volvería a hablar en 1966 brevemente para cortar después todo contacto con su progenitor.

Publicó su primera novela, El lugar de la estrella, en 1967 en la editorial Gallimard y con ella ganó el premio Rogier Nimier. En 1970 se casó con Dominique Zehrfuss, con la que tuvo dos hijas, Zina y Mari. Más allá de las novelas, se ha dedicado a las entrevistas, como con el libro Emmanuel Berl, interrogatoire (1976) y ha sido guionista. Y también al cine En 1974, colaboró con Louis Malle en el guión de Lacombe Lucien, trabajo por el que recibió una nominación a un BAFTA del cine británico. Además fue jurado en 2000 del Festival de Cannes y escribió sus propios guiones como Bon voyage. En 2000 recibió el Gran Premio Paul-Morand por toda su obra.