Le habría gustado, sin duda, ser recordado más como el pintor novel que empezó a ser artista a los 73 años que como el gestor que hizo del Museo de la Asegurada un centro de sabiduría y preservación del legado de Eusebio Sempere. Sin embargo, con la desaparición de Segundo García, fallecido ayer a los 84 años, se va la imagen viva de ese centro que le sumió casi por igual en un mundo lleno de satisfacciones y de frustraciones. El profesor, catedrático, gestor cultural y pintor, nacido en Cuenca como él siempre recalcaba, aunque ciudadano de Alicante desde 1965, murió ayer en el Perpetuo Socorro, hospital donde permanecía ingresado desde hacía más de un meses.

Progresista convencido, marcadamente de izquierdas, pero decepcionado con la política, tendrá hoy su último adiós con un acto laico que se celebrará a partir de las 19 horas en el tanatorio de La Siempreviva de Alicante.

Férreo amigo y admirador del pintor Antonio López -«ni Velázquez ni leches, como él nadie», aseguró en una entrevista a este diario- quiso ser arquitecto antes de pasar por la Escuela de Bellas Artes de San Fernando en Madrid. Y allí fue donde conoció a López, a Lucio Muñoz, a los hermanos Julio y Francisco López Hernández. Su inquietud le llevó después a la Escuela de Cinematografía para estudiar dirección. Borau, Valcárcel o Carlos Saura fueron compañeros de pupitre.

Pero fue el camino del arte el que eligió y el que en 1965 le trajo al Instituto Miguel Hernández de Alicante -entonces solo femenino- tras ganar la oposición a cátedra con el número uno de su promoción. Entre 1972 y 1976 dirigió este centro con un espíritu renovador y una intensa actividad política, que le llevó a ser presidente local del PSOE. Su contribución como gestor cultural a promocionar la investigación y la reflexión en el mundo de la creación artística se puso de manifiesto cuando pasó a dirigir el Centro de Arte y Comunicación Visual Eusebio Sempere y, después, entre 1989 y 1998 el Museo de la Asegurada, custodiando el legado de Sempere.

Esa etapa de su vida -«un tema del que no me gusta mucho hablar»- marcó su trayectoria. Segundo García realizó en ese tiempo un ingente trabajo para ordenar la colección, inventariarla, catalogarla, enmarcarla y exponerla, además de crear una biblioteca en el centro. Con muchos encuentros y desencuentros, y en muchas ocasiones en soledad para defender un museo que finalmente vio orgulloso cuando se inauguró el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante, que visitaba frecuentemente lleno de satisfacción hasta hace pocos meses.

Su retiro de la gestión cultural le llevó a reencontrarse con la pintura y a convertirse en «el pintor abstracto que nunca fuí», como afirmó en febrero de 2007, cuando inauguró en el Club INFORMACIÓN su primera exposición, Pinturas y dibujos al margen de la consumación. Una trayectoria que inició-continuó con auténtica devoción y que culminó en una gran exposición en la Lonja en 2011. «Como no busco nada, tengo más libertad. Me siento más libre, no tengo que hacer concesiones».

Referente de las artes plásticas

Su muerte cayó como una losa entre amigos y compañeros, que no dudaron en calificarle como un referente de las artes plásticas en Alicante, además de una persona entrañable, entusiasta, comprometida con su tiempo y su ciudad de acogida.

«Es un palo. En Segundo se junta la admiración por la persona, el amigo, y por todo lo que hizo al frente del Centro de Arte Eusebio Sempere y La Asegurada, pero la última lección que nos dio a todos fue cuando se puso a pintar y decidió exponer: la obra era de una envergadura estupenda», recuerda el también pintor Javier Lorenzo, «nos sorprendió a todos aunque teníamos esa presunción de que si pintaba lo haría bien». También destaca su «ojo clínico impresionante» al analizar la pintura pero, sobre todo, Lorenzo agradece su faceta de animador cultural: «No paraba de hacer cosas allí donde estuviera y era fácil que nos contagiara. Fue una figura fundamental como animador de toda una generación en las artes plásticas», subraya tras recordar su «enfado» después de que unos ladrones asaltaran su estudio, que heredó de Vicente Rodes, y Segundo se quejara «porque no se habían llevado ningún cuadro».

El exdirector del Teatro Principal Luis de Castro lamentó «muchísimo» la muerte de «un buen amigo», al que definió como «un humanista total» y con quien tuvo una relación «intensa» desde que le conoció como director del instituto Miguel Hernández. «Me abrió las puertas para hacer experimentos teatrales con alumnos y profesores y era de una mentalidad tan tremendamente abierta que conectaba muy bien con la gente joven, todos guardan un recuerdo grandísimo de él», señaló, tras insistir en su capacidad para transmitir entusiasmo a los demás: «Era muy simpático, se ganaba el afecto de todos y procuraba encauzar a muchos jóvenes por el camino del arte».

La directora del departamento de Arte del Instituto Gil-Albert, Juana María Balsalobre, que tuvo a García como profesor de dibujo en el Miguel Hernández, recuerda que «siendo alumna suya yo dibujaba fatal, pero luego acabé estudiando Historia del Arte y siempre me recordaba que me había llevado por el buen camino. Fue mi maestro dentro del arte».

Balsalobre resalta la «lección de excelencia humana que nos dio» el día que inauguró su exposición en el Club INFORMACIÓN «aunque él se consideraba un aficionado a la pintura». A su juicio, García «apoyó la cultura como pocos» y deja una huella imborrable: «Vamos a tener que revisitar su obra y volver a encontrarnos con él porque no se ha hecho un reconocimiento a su trayectoria».

El artista Dionisio Gázquez también coincide al considerar a Segundo «un referente ineludible en la cultura de Alicante; hizo muchas cosas, incontables», al igual que «un ciudadano político ejemplar responsable de lo que ocurría a su alrededor» y una persona entrañable y gran conversador, «un griego moderno».

«Siempre fue un artista plástico con una paleta de ideas, amigo de Antonio López y Lucio Muñoz, y muy generoso hacia los demás. Fue un gran soñador, además de un amigo y compadre, que luego demostró que fue un gran artista también», relata Gázquez, quien recordará siempre «las conversaciones con él hasta el amanecer», convencido de que Segundo García «marcará una época».

El artista José Azorín conoció a García en el año 64 y le calificó de «persona excelente» y «magnífico dibujante».