La vida: recorrerla despacio y parándoos donde os parezca que para ser bella tiene que ser lenta.

Segundo siempre dijo que que no se pondría enfermo, que no se moriría nunca... pero desde hace un par de meses había empezado a despedirse de todos sus amigos. Había decidido morirse y quería darnos la noticia. Se empeñó en decidir todos los actos de su vida. Hasta el último. Pero nos ha dejado una tristeza infinita... y nadie tan sabio con quien conversar como él.

Este texto es inevitablemente un texto raro: entre la oficialidad y la profunda amistad personal que mantuvimos. Hace ya más de veinte años me dirigí a él en una larga carta de autopromoción, manuscrita con la tinta de una pluma Parker 45. Entonces no nos sirvió de nada pero él guardó esa rara carta para siempre y yo conservé la pluma. Desde ese mismo instante nació esta amistad desigual. Él me instruyó en el arte y en las cosas del mirar y yo le he profesado desde siempre una lealtad basada en la admiración que se ha mantenido a lo largo del tiempo.

La persistencia de la razón, la sinrazón de otros y la imprudencia de ambos nos embarcó en tareas de programación informática, de bases de datos, de gestión documental, de confección y registro de encuestas, de fichas de inventario, de catalogación, etc... en un afán de clasificarlo y clarificarlo todo mientras aprendíamos juntos nuevos lenguajes y nos aplicábamos a ello, tras razonarlo todo, hasta el agotamiento. Reuniones, proyectos, programas, mil horas de trabajo..., yo como becaria y él como director del Museo de La Asegurada. Durante años, hasta 1998, consumíamos tardes, noches y madrugadas mientras discutíamos la mejor manera de cambiar el mundo, el arte y el museo..., con Segundo no se podía tener prisa. Te regalaba siempre el tiempo de la conversación pausada en la que se aplicaba. A Segundo le gustaba hablar. No, rectifico: a Segundo le gustaba conversar. El intercambio de ideas y proyectos, de pensamientos, de reflexiones. Horas y horas hablando de arte, soñando lo que después ha sido el MACA, un museo del que ahora -por fin-, se sentía orgulloso.

Nos visitaba tan a menudo que estaba al corriente de los proyectos mientras discutíamos sobre la grandeza de la pintura, su última profesión desde hacía unos pocos años. «Cuando uno se hace pintor ejerciente, las cosas, las personas, los sucesos se convierten en materia pictórica y el artista se vuelve vigilante y observante de una realidad que ahora se vive de otra forma», decía. Vivía intensamente la aventura de la creación «cosa hermosa y gratuita e incierta aunque en ocasiones, gratificante». Lo cierto es que su trabajo como pintor es excepcional, emparentado con la verdadera historia de la pintura que reconoce a los clásicos antiguos y modernos. Segundo era uno de ellos, pero de Cuenca. Ha sido de Cuenca siempre y todo el mundo lo sabía. De una ciudad pintada y de una ciudad imaginada que imprime una forma de ser, que educa una forma de mirar y determina una forma especial de entender la belleza. «Trabajo todos (casi) los días con pasión y sobre todo con dudas, que es la gran condición de la militancia vital. Y aquí sigo sin preguntarme nunca (casi) que para qué. Embebido, casi absorto, con asuntos de la belleza (esa cosa). Como si pudiese comprenderla. Buscándole formas, creyendo que a veces la atrapo...».

Pensar en recorrer lo vivido por Segundo, tan denso y tan intrincado, más de 80 años con todos sus periodos, etapas, espacios, trechos, fechas, fases, ratos, instantes, coyunturas, circunstancias, vicisitudes, etc?. con la lucidez y conciencia con que lo ha hecho no es fácil. Participó tan activamente en la vida cultural de esta ciudad que es imposible imaginarla sin él: catedrático de dibujo y director del Instituto Miguel Hernández, del Museo de La Asegurada, del Centro de Arte y Comunicación Visual Eusebio Sempere de la Diputación... liderando todos los proyectos innovadores que se han llevado a cabo en Alicante. Pero es todavía más imposible pensar en un ciudadano tan íntegro y coherente como Segundo García. La vida: Enfrente solo la voluntad personal de mantener vigente el vivir, el vivir propio y la conciencia de continuidad esencial. El no cesar por encima de todo. Segundo era militante de la Resistencia. Alguién escribirá algún día sobre él y recogerá sus escritos, tan importantes. Y los disfrutaremos. Gracias Segundo.

Y como decías en tu último mail: «No es obligatorio que te guste, ni que me contestes».