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Cuarto fotolibro del alicantino

Estampas de lo que somos

El fotógrafo Ricardo Cases publica en septiembre El porqué de las naranjas

Estampas de lo que somos

Ricardo Cases (Orihuela, 1971) vive desde hace unos años en medio del campo rodeado de naranjos en la localidad valenciana de Torrent, así que no era descabellado que se preguntara El porqué de las naranjas en su último proyecto, un nuevo fotolibro que él prefiere llamar libro de fotografía en el que recoge una colección de estampas del Levante español, desde Castellón hasta Murcia.

¿El Sorolla de la fotografía? Nada más lejos, ni más cerca. «No tiene nada que ver con Sorolla, pero también tiene que ver -reflexiona Cases-. Hay mucho paisaje, más que retratos, muchas marinas. La huerta aparece mucho al principio pero luego va mudando a un trabajo que se fija más en el contexto en que vivimos y en el momento de cambio personal y global en el que estamos», apunta el fotógrafo alicantino, que ha reunido más de 60 imágenes en «un pequeño libro muy blanco, que abre un diafragma más para dejar entrar más luz» y que publicará a finales de septiembre «una editorial inglesa de un señor de Londres al que le gustó mi trabajo», señala.

Se refiere a la editorial Mack, convocante del First Book Award y una de las más destacadas editoriales independientes de fotolibros, que lanzará 3.000 ejemplares del trabajo de Cases. «Una locura, el hombre confía mucho en el libro», afirma entre risas el fotógrafo, «y para mí es un sueño». A finales de septiembre se presentará en la Feria Printed Matter de Nueva York y en noviembre en Paris Photo. Madrid está a la espera.

Su anterior libro de fotografía Paloma al aire -cuya exposición se mostró en la sala Mustang- fue aplaudido por la crítica y editado entre tres editoriales con 1.500 ejemplares. Tras agotarse, Cases se autoeditó un millar de libros más.

El nuevo trabajo, El porqué de las naranjas, tiene mucho que ver con «el azar y el accidente» y con un cambio de residencia del fotógrafo en 2011 de Madrid a Valencia. «No me apetecía ser esclavo de un proyecto y pensé en una frase que me ayudara a colgar fotos. La naranja era interesante porque es un símbolo del lugar en el que estaba y empecé a hacer fotos sin intención previa, dejándome llevar. Al principio aparecían muchas naranjas, pero es el libro más abierto que he hecho, más simbólico y más sugerente», explica sobre el proceso Cases, y por ello quiere «dirigir menos al espectador, que también se deje llevar».

En Paloma al aire, añade, «sacrifiqué las fotos para el objeto y en este hago lo contrario: sacrifico el libro para atender a la fotografía pura». Luis López Navarro señala en un texto sobre el libro de Cases que el fotógrafo «sale a la calle tratando de cazar las partículas elementales, los fantasmas que sólo la cámara revela».

Él reconoce que juega con «un Levante imaginado» porque buscar la identidad de un lugar es una constante en su trabajo, «contar el momento del lugar en el que pasa y por qué pasa. Muchas imágenes tienen que ver con el absurdo encontrado para hablar del absurdo provocado». Rotondas, paellas, apartamentos en la playa, edificios en construcción, ladrillos, petanca o palmeras se entremezclan en este libro de fotografía que aún no tiene exposición.

«Al final hacemos libros como fotos, tratamos de cerrar el detalle y hacemos hincapié en la secuencia. A mí me gusta el libro porque me ayuda a ordenar las fotos, a jugar con ellas y a trabajar con el significado», opina el fotógrafo, que junto con su amiga, la también alicantina Cristina de Middel, figura en cualquier lista que hable de nuevos nombres en la fotografía actual española. La última ha sido la British Journal of Photography, donde ambos destacan entre la nueva generación de fotógrafos a tener en cuenta. «Hay más interés ahora por la renovación de la fotografía», admite sobre su momento dulce, y recuerda que «uno va trabajando y trabajando y te tiras años con el apoyo de tu madre y de tus colegas. Así que ahora todo es una sorpresa bonita, es la leche», concluye.

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