Hubo un tiempo no muy lejano en que un municipio de la Comunidad de 100.000 habitantes pudo vanagloriarse ante el mundo de tener el segundo premio literario mejor dotado del planeta, sólo superado por el Nobel. Luego llegó el ídem (el Planeta, con mayúscula, de los Lara) y subió la dotación del suyo y dejó al citado como el tercero, que tampoco estaba mal. Ese tiempo de grúas rampantes se derrumbó y, con él, el deseado galardón literario. No ha sido el único en estos años de explosión de la burbuja, pero sí el que más cuenta en el balance de euros desaparecidos de los premios valencianos: un total de 628.600 euros desde 2007 en un recuento que, seguro, olvida algún distintivo menguado o laminado.

Torrevieja y la editorial Plaza & Janés pagaron 360.000 euros de 2001 a 2011 al ganador de su premio de novela (Jordi Sierra i Fabra fue el último agraciado), más otros 125.000 euros al finalista, aunque esta dotación decidieron eliminarla antes, en 2009, cuando la crisis ya había saludado. Además, el ayuntamiento (con una deuda de más de 66 millones hoy) convocaba hasta 2011 un galardón de poesía con 18.000 euros.

La irrupción desde la Vega Baja en el panorama de premios de España hizo que Planeta elevara la dotación del suyo hasta los 601.000 euros. Sólo el Nobel está por encima (874.000 euros en 2013).

El caso del galardón de Torrevieja es símbolo de un tiempo por sus desorbitadas cantidades, pero no es una excepción. Un buen número de recompensas literarias han desaparecido desde 2007 y otras tantas han visto su dotación severamente recortada.

El fenómeno limita las posibilidades de los escritores de vivir de la literatura y es especialmente sensible en el caso del valenciano, idioma con un mercado de ventas más estrecho.

En total, entre premios extinguidos y económicamente jibarizados, la literatura en valenciano se ha dejado en el camino de la crisis más de 84.000 euros que se repartían cada año hasta hace bien poco.

Aunque no es consuelo, las entidades valencianas que distinguen obras en castellano tampoco se han privado. El Ayuntamiento de Alicante ha metido en un cajón el Carlos Arniches de teatro y la diputación alicantina y Planeta han pegado un tijeretazo al Azorín de novela (de 68.000 a 45.000 euros). También las categorías de ensayo y teatro de los Ciutat de València han sido víctimas de los tiempos.

Además, está el extraño caso de los premios en el limbo. Esto es, presuntamente vivos, pero que no terminan de convocarse. Sucede con todo un clásico, el Carmesina (2.500 euros), que se fallaba en primavera hasta 2013 y del que aún no se conocen las bases este año. Dicen que será pronto en la Mancomunitat de La Safor. Otro tanto pasa con el juvenil Ciutat de Benicàssim, bienal y con una buena bolsa (13.000 euros): se falló en 2012, pero en 2014 aún no ha sido convocado, aunque el ayuntamiento dice que lo hará. La Diputación de Valencia anunció en 2012 un Enric Valor infantil, pero se quedó en palabras, de forment, ni un gra.

No todo es negro. La corporación provincial alicantina ha subido este año la dotación del Enric Valor de novela en valenciano de 17.000 a 20.000 euros. ¿Será que la tortilla empieza a darse la vuelta?