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Azorín en la Gran Guerra

Fue el primer periodista español en los campamentos militares de EE.UU. en Europa

Azorín en la Gran Guerra

Europa llevaba cuatro años en llamas, en la Gran Guerra, también conocida como la I Guerra Mundial (1914), cuando Azorín emprende un viaje a la Francia bélica para conocer de primera mano qué estaba ocurriendo en el territorio vecino.

De tal modo, en 1918, el escritor alicantino obtiene un permiso especial para atravesar la frontera y se convierte así en el primer periodista español que tiene acceso a los campamentos militares de Estados Unidos en Europa. Su deseo: «Dar una versión directa, sobria y fiel de las cosas».

Desde el hotel Majestic de París, donde fija su residencia, Azorín es testigo de una Europa que lucha a vida o muerte, con más de ocho millones de muertos y desaparecidos; 20 millones de heridos; y una población civil al borde de la desesperación a consecuencia del bloqueo y del hambre.

Alemania lanza una fuerte ofensiva, bombardea París, mientras el frente francés, agónico, sobrevive y contraataca gracias a la intervención de Estados Unidos en la contienda. Y España, por su parte, mantiene una supuesta neutralidad, escorada hacia Alemania, cuando intelectuales y políticos mantienen una discusión abierta sobre lo que le conviene al país: si francófila o germanófila.

Así, en este contexto, Azorín recibe una invitación del ejército norteamericano para entrevistarse con el comandante y ver, en primera persona, el desarrollo de la guerra: «Los Estados Unidos desembarcan sus tropas y su material de guerra y provisiones en cuatro puertos (...). Todas las semanas llega, matemáticamente, indefectiblemente, un número crecidísimo de soldados. Dentro de poco habrá en Francia uno de los más poderosos ejércitos que ha visto la humanidad. Todo está ya regularizado: el desembarco, el descanso, la marcha hacia el frente (...)», señala Azorín, quien agrega en otro artículo: «En España, ni los gobernantes, ni, en general, la opinión, se han percatado de que el mundo ha entrado en una nueva era. Las armas aliadas, con el auxilio poderosísimo de Norteamérica, vencerán en los campos de batalla. Tras la guerra, el sentido, la orientación, las tendencias de los norteamericanos predominarán el mundo», afirma el periodista alicantino en este escrito insertado en la obra Los norteamericanos, editado por su biógrafo Ángel Cruz Rueda para las Obras Completas de 1947, aunque otros tantos artículos azorinianos sobre la I Guerra Mundial quedan esparcidos en otros libros como París, bombardeado, Entre España y Francia (Páginas de un francófilo), Españoles en París y Con bandera de Francia.

El periodista alicantino, en su oficio de guerra, sufrió ciertas adversidades. Primero, tuvo que lidiar con compañeros de generación, como Miguel de Unamuno, que le acusaron sin ambages de recibir dinero a cambio de su campaña a favor de los aliados: «¿Cuánto le darán a Azorín los norteamericanos por estos artículos?», se cuestiona el autor de Niebla. Y segundo, quedaba el reto de imponer su criterio y opinión, la de Azorín, sobre un ABC germanófilo, que le acarreó algún disgusto con el propietario del medio, Torcuato Luca de Tena, quien tuvo que finalmente ceder ante el prestigio de la firma de Azorín en París y los favores políticos que le debía ante la mediación del alicantino con Antonio Maura, en la presidencia del Gobierno.

«Sus artículos (los de Azorín en la Gran Guerra) fueron, si se quiere, una provocación pero también de una clarividencia inusitada», afirma Laureano Robles, experto azorinista y autor de un amplio número de artículos de referencia en el estudio del periodista alicantino.

De hecho, las palabras de Azorín, 100 años después, nos dan una idea de lo esclarecedoras que fueron: «Mi impresión, sin titubeos ni atenuaciones, es que Alemania tiene perdida la guerra. La guerra la van a decidir los Estados Unidos... Los Estados Unidos van a poner de manifiesto que son hoy el primer poder militar del mundo (...). Lo que está en juego en esta guerra es el concepto de sociedad y libertad. Estamos entrando en el umbral de una nueva era...».

Cabe recordar que la I Guerra Mundial fue, además del primer gran conflicto bélico, la primera guerra de masas en la que Estado, ejército y medios de comunicación andaban unidos los unos a los otros. De ahí que el periódico, la letra impresa, cobrase una importancia capital como la radio lo fue en la II Guerra Mundial y las nuevas tecnologías o Internet lo son hoy.

Azorín, declarado francófilo (desde sus inicios literarios), tampoco vivió indemne a este ambiente propagandístico, como apunta el profesor alicantino José Ferrándiz Lozano, aunque sus páginas, eso sí, nos remitan a hechos en constante revisión y de candente actualidad.

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