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Miguel Ángel Delgado

«La moral católica provocó el miedo al contagio de lo que viene de fuera»

El escritor opina que en España falta una estructura de continuidad a las gestas conseguidas

«La moral católica provocó el miedo al contagio de lo que viene de fuera»

El italiano Marconi, reconocido universalmente por crear la radio, llegó a robar diecisiete patentes al serbio Nikola Tesla, padre de la civilización eléctrica, pero fue un valenciano, Julio Cervera, el primero en transmitir la voz humana sin hilos. Mónico Sánchez, de Ciudad Real, tampoco se quedó atrás y estudió un curso en inglés sin saber el idioma hasta inventar un aparato portátil de rayos X. Cervera y Sánchez son dos de los grandes inventores españoles, la mayoría desconocidos, que Miguel Angel Delgado (Oviedo, 1971), periodista entregado al estudio de la vida y la obra de Tesla, ha rescatado del olvido con el relato de sus hazañas en su libro Inventar en el desierto (Turner). Estos personajes sufrieron la desidia científica de un país en el que uno de cuyos grandes prebostes intelectuales, Unamuno, gritaba displicente «¡Qué inventen otros!». Delgado encuentra en la moral católica, y de forma destacada en la Inquisición, la causa de la aversión a todo lo que viene de fuera y critica el cortoplacismo de los políticos que les impide valorar la investigación académica. A lo largo de 220 páginas, relata las increíbles aventuras de los impulsores del submarino español, del pionero de la radio y hasta de un cura de pueblo que inventó hace casi 90 años el primer spotify de la historia.

Comienza usted con un rotundo «España no es país para ciencia». ¿De verdad lo cree así?

Esa es la conclusión a la que se llega si nos atenemos a la historia científica de este país. Es cierto que de vez en cuando han surgido maestros en algunas materias o incluso en deportes, pero son casos aislados porque lo que falla en este país es una infraestructura que de continuidad a las gestas que algunos consiguen.

¿En qué medida ha influido en este adormecimiento científico el ser, como usted dice, un país de letras?

No tendría que influir. En Alemania, por ejemplo, conviven perfectamente las ciencias y las letras. El problema de España es que ha prestado poca atención a la ciencia y se da una separación total entre las ciencias y las letras. Por otra parte, vemos que todos los informes, incluido el PISA, alertan de que los españoles estamos a la cola en el conocimiento de matemáticas, ciencia fundamental para el desarrollo de la ciencia y de la tecnología.

¿Nos condena la falta de conocimiento matemático a ser ciudadanos de segunda?

No ayuda a crear una sociedad de ciudadanos de primera. Las matemáticas no deberían de ser exclusivas de los de ciencias. Todos los alumnos deberían de tener un buen nivel de matemáticas estudiasen lo que estudiasen.

¿Por qué son tan necesarias las matemáticas?

Las matemáticas son una herramienta fundamental para el pensamiento y el razonamiento. Son además el lenguaje de la ciencia y de la tecnología.

¿Por qué cree usted que la religión fue un lastre que frenó la investigación en España?

Desde la época de Felipe II se prohibió a los súbditos ir a estudiar fuera de los reinos de España, lo que aisló a este país de las principales corrientes científicas del momento. La Inquisición además rechazaba todo lo que viniese de fuera. Ya en el siglo XIX, con Fernando VII se reinstauró la Inquisición y se produjo una total involución. Impuso la moral de la Iglesia Católica y abolió, por ejemplo, la libertad de cátedra.

¿No me diga que somos menos científicos por haber sido mayoritariamente católicos?

El problema no es tanto la religión, sino la forma de entender esa religión y el miedo al contagio a lo que viene de fuera. Esa influencia de la moral católica duró muchísimo y se dejó notar hasta el final del franquismo.

Sin embargo, contamos ahora con científicos muy preparados que incluso se disputan otros países, ¿no?

Claro. El español no está genéticamente impedido para la ciencia. El talento es similar al del resto de países, la diferencia es que falta una infraestructura no solo para desarrollarlo, sino también para descubrirlo y cultivarlo. Los maestros de pueblo y los jesuitas fueron grandes captadores de talentos en España. Nos falta además inversión para apoyar a esas personas talentosas.

¿Es el talento entonces proporcional a la inversión de un país?

La inversión pública para investigación hace que aparezcan talentos y eso lo hemos visto en los años no tan lejanos en los que aumentó esa inversión. Ahora tenemos legiones de investigadores que se disputan otros países. España ha gastado mucho en formar a investigadores y el gran drama es que muchos se han tenido que marchar fuera. Hemos invertido para que se aprovechen otros.

Algunos han regresado a España, ¿no?

Y han salido escaldados. No olvidemos lo que sucedió con las becas Ramón y Cajal que promovieron el regreso a España de muchos talentos que dejaron brillantes puestos fuera y luego se vieron en la calle en España. Los inventores españoles han sido siempre muy patriotas.

¿Patriotas?

Sí. Han querido que sus conocimientos reviertan en España o al menos que no sirviesen para engrandecer a otros países en contra de España. Los españoles que hicieron en el siglo XIX prototipos de submarinos no quisieron venderlos al extranjero para no perjudicar a su país.

¿Por qué conocemos tan poco a nuestros investigadores?

Los científicos no son mediáticos y además sus campos de acción son difíciles de explicar. Lo raro fue que cuando se descubrió el Boson de Higgs apareciese a cinco columnas en la portada de un periódico. Además, son personas muy absortas en sus trabajos que, por lo general, obtienen sus primeros resultados tras 20 años de investigaciones. A los políticos de España, que son muy cortoplacistas, no les interesa invertir en ciencia.

¿Es verdad que Mónico Sánchez, uno de los inventores que usted rescata del siglo XIX estudió sin saber inglés a través de un curso por correspondencia que le mandaban de Londres?

Es totalmente cierto. Inventó un aparato portátil de rayos X y corrientes de alta frecuencia. Era de un pueblo de Ciudad Real, de Piedrabuena, y no acabó ni el Bachiller pero lo ficharon por su talento en Estados Unidos.

Sánchez regresó a su pueblo y montó una fábrica para hacer aparatos con los que ver el cuerpo por dentro y además pagaba sueldos justos.

Era una especie de marciano en aquella época y en aquel pueblo. Ofreció trabajo a las mujeres y puso sueldos justos. Al final, por haber regresado a España, acabó viendo cómo languidecía su negocio. Su fábrica se convirtió después en el cine del pueblo. Mónico Sánchez, como Nikola Tesla, padre de la civilización eléctrica que tenemos y hasta de la radio, son ejemplos extremos de talento natural.

¿Pero no fue Marconi el inventor de la radio?

Marconi llegó a robar hasta diecisiete patentes a Tesla y además, hubo otro español, Julio Cervera, de Segorbe, que transmitió la voz humana, y no señales como Marconi, sin hilos entre Alicante e Ibiza en 1902.

También en el siglo XIX se desató la fiebre por construir submarinos en la que naufragaron varios inventores españoles, ¿verdad?

Esa fiebre la reflejó muy bien Julio Verne en 20.000 leguas de viaje submarino. La carrera por construir un submarino fue lo más parecido a la carrera por la conquista espacial y España se quedó fuera no por falta de talento sino por no apostar por todos aquellos que presentaron sus prototipos de submarino. Fueron varios los que lo intentaron y todos acabaron fatal. El cartagenero Isaac Peral no tuvo ni el respaldo de sus compañeros de la Armada para sacar adelante su submarino torpedero.

Pero había visionarios como el militar Julio Cervera que convirtió la batalla por la ciencia en una obsesión, ¿qué ocurría para que este mensaje no calase?

La universidad española estaba muy atrasada, sobre todo, para la formación de ingenieros. Por esta razón, Cervera, creador del primer tranvía eléctrico entre La Laguna y Santa Cruz de Tenerife, decidió abrir en 1903 en Valencia un instituto para formar a ingenieros sobre el modelo norteamericano. Fue una de las primeras experiencias de educación a distancia de todo el mundo. Más tarde hubo un espejismo de avance con la política republicana y su Institución Libre de Enseñanza que llamó la atención hasta de Einstein.

¿Qué le llamó la atención a Einstein?

Se le ofreció que se quedase en la Complutense pero él prefirió irse a Estados Unidos.

Explíqueme por favor el caso del cura de pueblo, García Castillejo, que tocaba a principios del siglo XX música electrónica.

Juan García-Castillejo era un cura de pueblo que se obsesionó con la música electrónica. Pensó y con acierto que las modulaciones, vibraciones y osciladores que se empleaban en física podían servir para la composición de música. Se inventó un aparato electrocompositor para la programación radiofónica y musical. Llegó a hacer una demostración de su ingenio en Radio Valencia, pero como nadie le hizo caso se olvidó de sus inventos y regresó a su vida de cura de pueblo.

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