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Una novela lleva el apocalipsis zombi a Alicante

El madrileño Alfonso Zamora ambienta su narración en los puntos turísticos de la ciudad

El escritor de libros de terror Alfonso Zamora, en la presentación de Última batalla. INFORMACIÓN

El mundo está infestado de zombis y Alicante es de los pocos reductos donde sobrevive un grupo de personas, muy distintas entre sí y con diferentes habilidades, que trata de protegerse de los comedores de carne humana.

El Castillo de Santa Bárbara se convierte en fortaleza inexpugnable, el barrio del Raval Roig está desolado, los barcos del Puerto Deportivo hundidos y la playa del Postiguet no deja de recibir a los caminantes muertos que se alimentan de la carne de los vivos. El grupo tendrá que huir a la Isla de Tabarca por sus enfrentamientos con el líder. Y para ello tendrán que embarcarse enfrentándose a quienes no se ahogan porque ya están muertos. Y a la vez, el grupo tiene que lograr su objetivo de sobrevivir a la enfermedad.

El escritor madrileño Alfonso Zamora ambienta su libro De Madrid al Zielo 2: Última Batalla, en Alicante, la ciudad que le vio hacerse hombre cada verano desde que nació. Y los amigos con los que compartió playa y correrías infantiles se convierten en los personajes de esta ficción basada en un apocalipsis que ha convertido a la mayoría de la población en zombis. Si obtiene el éxito de la primera novela, podría superar los 5.000 libros vendidos de aquella, ya con cinco ediciones.

Este libro hace guiños a los rincones y espacios de la ciudad que forman parte de su vida más placentera: la de las vacaciones. Aunque el escenario apocalíptico que dibuja es muy diferente al que conoce.

«Conozco bien Alicante»

«¿Que por qué Alicante? Aunque soy de Madrid, Alicante ha sido siempre mi segunda ciudad. Me he bañado en el Postiguet desde que llevaba pañales y es la ciudad donde he vivido grandes momentos de mi adolescencia, con mis amigos, con las chicas. Es una ciudad que conozco muy bien», cuenta el escritor de 33 años durante uno de los recesos de su trabajo como comercial en su Madrid natal.

El Castillo de Santa Bárbara es el escenario principal del libro. Asegura que para describirlo se documentó y gracias a eso ha podido contar que los personajes se mueven por los túneles que hay entre la fortaleza y la Cantera. Y se lamentar de que «es una montaña que cada vez está más recortada». Alfonso sitúa a los personajes en un castillo que considera inexpugnable para los zombis. Y desde la atalaya los protagonistas ven llegar día tras día a muertos vivientes a la playa del Postiguet.

Virgen del Socorro desolada

El autor conoce la calle Virgen del Socorro, ya que ha pasado alguno de sus veranos residiendo en el Raval Roig que describe en el libro completamente desolado «abandonado, con los locales destrozados». Hace un guiño a un local donde suele ir a comer y coloca a uno de los superviviente buscando alimentos en el restaurante Acordeón.

La Isla de Tabarca cobra gran protagonismo cuando los personajes tienen que huir a bordo de una embarcación. En l'Illa Plana tienen que enfrentarse también a los habitantes que han sido infectados. Es allí donde el título del libro cobra sentido. Es en Tabarca donde se libra la última batalla que da por finalizada la segunda y última parte de su De Madrid al Zielo.

El novelista cuenta que comenzó a escribir la historia de zombis sin saber que había un boom del género. «Una vez que publiqué la primera novela me di cuenta de la cantidad de escritores que hay sobre zombis». Y asegura que para su primera historia no tuvo influencia la ficción americana The walking dead «porque no la conocía», y que ya en la secuela de su primera novela esta serie «me ayudó bastante a conocer el mundo de los zombis».

«No es una americanada»

El escritor achaca parte del éxito de su narración a que «no es una americanada, no hay pistolas ni bates debajo de la cama». Considera que cuenta situaciones «que son mucho más creíbles. A mis personajes, a no ser que les ponga un cuchillo en las manos, no tienen otra forma de enfrentarse a los zombis». Alfonso reconoce que así se lo han trasladado muchos de sus lectores: «Me dicen que la novela es tan real que parece que van a dar la noticia en el telediario de un momento a otro».

Alfonso tiene dos hijos, muy pequeños para comprender el tipo de narraciones que relata. Aunque cuenta que el mayor, de cuatro años, ya sabe que su padre ha escrito un libro y que «el señor que sale en la portada tiene pupa».

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