Una máquina de escribir para componer al revés, una polaroid cuyas imágenes inspiran poemas, un monopatín para que el espectador se entretenga mientras ve la exposición, unos cuadros hechos con tinta roja en cuya leyenda pone que su materia prima es la sangre de la artista. La sala Parking Gallery es desde ayer un hervidero de jóvenes llenos de talento e ilusión a partes iguales y de objetos y materiales comunes, usados en algunos casos para cosas sorprendentes. Este espacio creativo se rinde al arte de personas que quieren abrirse camino y por primera vez es Alicante el sitio donde sucede.

Diez artistas, elegidos de entre 52 proyectos, participan en una novedosa iniciativa, la primera residencia artística de Alicante. Durante tres semanas los creadores irán generando sus ideas, llenando las paredes con su arte y provocando sinergias entre sí.

Y todo en la galería de arte de la calle Bailén, que cede su espacio para poner en contacto a artistas que nacen y ofrecer propuestas alternativas a la vez que se da la oportunidad de conocer a creadores, galeristas y comisarios. Como explica una de las responsables de la iniciativa, miembro del Colectivo Cristal, Miriam Martínez: «Esto da respuesta a una necesidad cuando terminas de estudiar y te enfrentas al ¿Y ahora qué?». Los diez trabajos son altamente intimistas, distintos entre sí, con técnicas diferentes.

Joaquín Artime tiene 29 años, vive en Canarias y tiene buenas expectativas. «Es una inversión que creo que será fructífera, ya sólo por el contacto con los compañeros. A ver si ocurren cosas». Su proyecto se llama Letanías y consiste en escribir textos al revés, sin espacios ni puntos, para lo que utiliza la máquina de escribir de su infancia: «Genero un muro de escritura lleno de significado, pero ininteligible para el espectador. Escribo sobre cristal, espejo, plástico». Lo que más le sorprende es que sea gente joven la que ha gestado la iniciativa.

Todos los participantes consideran imprescindibles espacios creativos y de puesta en común que son escasos en Alicante. Para todos, esta residencia creativa es la oportunidad de conocer galeristas, comisarios, crear una red con los compañeros, ver qué producen otros y enriquecerse.

Promocionarse y aportar

Félix Gilabert es un alcoyano de 21 años que acaba de terminar Bellas Artes en Altea. Trabaja con fotografías fragmentadas en las que plasma el paso de la niñez a la vida adulta. Su objetivo para participar en el proyecto es «aprender cómo desenvolverme en el mundo del arte, saber promocionarme, contemplar y trabajar con otras personas que pueden aportarme y a las que puedo aportar».

Senna Theuwissen estudió en Altea aunque regresó a su Bélgica natal y admite haber tenido una sensación de estar perdida al acabar Bellas Artes, algo que la llevó a estudiar en su país Trabajo Social con la especialidad de arte y cultura. Abandonó la creación y esta residencia artística ha sido su revulsivo para volver a crear. Trabaja temas personales y los materiales son objetos cotidianos de su familia que transforma en piezas artísticas: usa colecciones de botones, diarios que compone con proyecciones de vídeo o audios propios. Lo que más le gusta es la complicidad que ya se ha generado en el primer desayuno entre los compañeros, que ponían en común sus obras e ideas y se brindaban ya a colaborar . Es pesimista a la hora de pensar que en crisis el arte sale perdiendo porque «la gente quiere seguridad y el arte te da inseguridad porque es una lucha, te enfrenta».

La alicantina Clara Sánchez vive en Madrid donde asegura que hay mucho movimiento cultural y echa en falta iniciativas como ésta en Alicante. Su proyecto se basa en la geografía creando islas usando coordenadas de errores geográficos usando las técnicas fotográficas más antiguas con las modernas.

De Elche es Alicia G que vive en Barcelona para poder desarrollarse como artista. Poetisa, investiga la performance y el arte conceptual. Reconoce un arte yermo en apoyos y fructífero en artistas. «Sólo tienes que ver esta residencia, autofinanciada, hay ideas de sobra, lo que no hay es dinero». Ana Pastor es la mayor del grupo, 42 años, y su obra usa como materia prima su sangre. Y sabe que no deja indiferente. Sara Caballero es de Cantabria y su obra es una crítica de la destrucción de un poblado indígena brasileño a través del arte que hace con collage.

Esta experiencia es para todos la oportunidad para darse a conocer, como explica Pau Figueres, de Bilbao,cuyas técnicas pasan por la fotografía, el vídeo y la escultura.