El dibujo es la principal vía de expresión de la artista Rosana Antolí (Alcoy, 1981), cuya obra cuelga en colecciones como DKV, Caja Mediterráneo, la alemana Gabriel Sulkowski o la Toni Schawlger de Suiza. A sus 32 años, Antolí se estrena ahora en la novela gráfica con su primera historia, Pareidolia, que la editorial alicantina Edicions de Ponent sacará al mercado a mediados de julio, en donde la autora vuelca sus reflexiones y expone su realidad alterada a través de este fenómeno psicológico que da título al libro.

Sus dibujos en blanco y negro, imbuidos de sus influencias musicales, literarias o cinematográficas, estaban llamados a debutar en este formato desde hace tiempo. «Hace un año que Raúl Castelló -coordinador de Edicions de Ponent- contactó conmigo para preguntarme si no había pensado alguna vez hacer un cómic, y yo guardaba algunos dibujos, tenía la idea para una historia y el primer episodio, pero nunca me había decidido a hacerlo», explica la artista, que aceptó el reto de novelar sus dibujos en este nuevo libro, que formará parte de la colección Sol y Sombra de la editorial, dedicada al cómic en blanco y negro.

Para ella, el proceso de crear un guión con diálogos y personajes a los que «dar movimiento y coreografía» ha sido una experiencia «muy buena e intensa, sobre todo los últimos cuatro meses. Me ha gustado muchísimo ver cómo ha ido cogiendo forma. No sabía la longitud que tendría -finalmente son ocho episodios- y he ido creciendo con él».

La pareidolia es un estado mental, un tipo de esquizofrenia que, en palabras de Antolí, «te hace ver unas formas en tu imaginario que sustituyes por otras reales, como cuando ves un dragón en la forma de una nube. Es un tipo de escapismo que me interesa mucho, que te creas en la cabeza cuando no te sientes conforme con la realidad y en estas invenciones encuentras confort».

En este proceso imaginativo hay una historia a través de los diálogos de la protagonista en su habitación, «donde una mancha en la pared es un examante, la ropa amontonada es ella de pequeña o una grieta aparece como David Bowie», apunta la autora, que incluye en esta novela su particular universo cultural: «Van apareciendo personajes de mis referencias, temas de los que yo hablo en mi práctica artística. Para mí este libro es como si me hubieran partido la cabeza por la mitad; es muy crudo y real, aunque también hay ficción, pero están las cosas que me hacen reír o que me admiran, diálogos que lees en libros o ves en películas, lo más y lo menos intelectual».

A la hora de llevarlo a la práctica, Antolí ha prescindicio de los recursos digitales porque, explica, «me gusta que se vea cómo está hecho a mano, la distribución en la página, el color con su tinta..».

Tras el parto de su primera novela gráfica, Antolí reconoce que le gustaría continuar en este camino «porque historias siempre hay», pero desconoce si habría una segunda parte de la primera u otra que no tuviera nada que ver.

«Agradezco mucho esta oportunidad y me gustaría seguir», señala la dibujante, que no descuida su carrera artística. «Estoy viviendo en Londres desde hace dos años, sigo trabajando y exponiendo y ahora estoy con un Máster en Performance en el Royal College of Art. A final de mes me iré a Argentina para exponer en la Casa de Cultura de España de la ciudad de Córdoba. La cuestión es no parar», concluye la alcoyana, que resultó premiada en la anterior convocatoria de Encuentros de Arte Contemporáneo del Instituto Gil-Albert.