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Fernando Prado Pardo-Manuel de Villena

«La tumba de Cervantes será un revulsivo económico sin parangón»

El estudioso confía en que aparezcan los restos del escritor y lamenta la falta de apoyo del Instituto Cervantes

El cadáver de Miguel de Cervantes, según adelantó en exclusiva Epipress en julio de 2013, tiene que estar en un ataúd pequeño, con el hábito de franciscano y un crucifijo de madera en el convento de Las Trinitarias de Madrid. El genial escritor, un hombre que llegó a la Corte en 1606 y que padeció con dignidad las burlas de Lope de Vega, Góngora y Quevedo, descansa en el barrio de Las Letras desde 1616.

Enhorabuena, señor Prado. ¡Por fin ha logrado que se busquen los restos de Cervantes!

Hemos conseguido empezar la búsqueda y es todo un logro porque es la primera vez en la historia que se intenta encontrar la tumba de nuestro escritor más ilustre. Ya hemos localizado cinco puntos donde pudo ser enterrado, entre ellos la cripta de la iglesia del convento de Las Trinitarias.

¿Aparecerá esa tumba?

Si aparece será fantástico y si no, al menos se habrá abierto una puerta para lograr ese objetivo que nunca nadie se había atrevido a abordar. No podemos olvidar el valor de Cervantes en todo el mundo.

¿Por qué le costó tanto que fructificase esta iniciativa?

Decía Julián Marías que desde pequeños nos enseñan a valorar a Cervantes en el colegio pero que al final nadie se vuelve a releer una obra tan importante como El Quijote. El 98 por ciento de los españoles son ignorantes funcionales en El Quijote. Es curioso que en el extranjero Cervantes sea considerado el padre de la literatura, de la novela moderna, tanto en occidente como en oriente.

¿Ha logrado al final el apoyo del Instituto Cervantes?

No he tenido noticias del Instituto Cervantes a pesar del revuelo informativo que ha provocado el inicio de esta búsqueda en el convento de las Trinitarias de Madrid. A lo mejor están esperando prudentemente a los resultados.

¡Qué diplomático!

Como no podía ser de otra forma. El Instituto Cervantes sabrá por qué no se suma a esta empresa.

¿Cómo surgió la idea de buscar los restos del genial escritor?

Fue en el restaurante Manolo de la calle Princesa en 2010. Luis Avial me comentó los usos que se estaban dando al georradar en arqueología y me dejó alucinado cuando se refirió a las tumbas perdidas de españoles ilustres que están desperdigadas por el territorio nacional. Esa mención se quedó grabada en mi subconsciente y me pasé la noche entera pensando en esas tumbas y, sobre todo, en la de Miguel de Cervantes. A partir de ese momento, buscar los restos de Cervantes se convirtió en una obsesión.

¿Le han llegado a llamar loco por esa obsesión?

Ha habido de todo un poco. Me decían que para qué buscar la tumba y que si no era mejor dejar a Cervantes en paz. Todas estas cosas me las decían personas que ocupan puestos muy importantes. También ha habido gente que me ha animado y otros a los que les gustaba la idea pero que no podían sumarse al proyecto por falta de dinero. No podemos olvidar que este país ha estado casi en quiebra.

¿Qué es exactamente lo que buscará el georradar?

Lo que trata de localizar Luis Avial es el cuerpo de un hombre de 70 años con el brazo izquierdo impedido, dos arcabuzazos en el pecho y sólo seis dientes. El cadáver tiene que estar en un ataúd pequeño, con el hábito franciscano y un crucifijo de madera.

¿Tiene en mente la búsqueda de otros restos de grandes glorias españolas?

Paso por paso. De momento me quiero centrar en Cervantes pero sería interesante encontrar las tumbas de Calderón de la Barca, que se perdió en la Guerra Civil, de Lope de Vega, de Velázquez o de Blas de Lezo.

¿Se da cuenta de que puede pasar a la historia como el nuevo Howard Carter, descubridor de la tumba de Tutankamon?

¡Ojalá! De momento lo que quiero es encontrar los restos para darles una sepultura con honores y poner una lápida con su nombre. Cervantes fue una persona humilde que supo capear el maltrato al que le sometían sus compañeros literarios pero fue también una persona orgullosa que huía de la soberbia.

Y era además valiente, ¿no?

Muy valiente. Antes de la Batalla de Lepanto lo habían descartado por padecer disentería o malaria. Sin embargo, él se hizo levantar por su hermano Rodrigo y se puso en el lugar más peligroso del combate.

¿Ha encontrado ya a su Lord Carnavor para que financie la búsqueda?

El Ayuntamiento de Madrid, a través de su alcaldesa, Ana Botella, se ha comprometido a financiar estos trabajos que costarán cerca de 100.000 euros. Tanto Luis Avial como el forense Francisco Etxebarría cobrarán una miseria. La mayor parte del dinero se destinará a reparar los desperfectos que se produzcan en el convento durante las excavaciones que se hagan tras obtener los datos que saque el georradar.

Y además quiere usted un funeral de Estado para el autor.

Cervantes se merece todos los honores. Si aparece su tumba será un revulsivo económico sin parangón en Madrid.

¿Qué vida llevó Miguel de Cervantes en ese Madrid de los siglos XVI y XVII?

Cuando llegó a Madrid en 1606 era ya un anciano de 60 años que aún duró otros diez. Se instaló en una casa lúgubre de la calle Huertas porque era un hombre muy humilde y porque le quedaba cerca el mentidero de representantes. Cuando llegó, los literatos de la época, que eran bastante más jóvenes, le llamaban viejo y tullido. Era un señor sin un céntimo y manco. Cervantes no era nadie cuando llegó a Madrid pero de repente presenta un libro que es una obra maestra insuperable.

¿Por qué esa animadversión de Lope de Vega, Luis de Góngora o Francisco de Quevedo?

Todos ellos eran unos canallas. El mundo de las gentes de las artes era tremendo. Se batían a cuchilladas. Con Cervantes no se pasaron mucho porque él era una buenísima persona. Si uno lee El Quijote se da cuenta de que habla siempre bien de las regiones y de los personajes.

¿Por qué esa especial mal relación con Lope de Vega?

Lope de Vega era un jovenzuelo muy especial. Llamaba cornudo a Cervantes cada vez que podía y sin embargo Cervantes no duda en alabar a Lope de Vega en su Viaje al parnaso. En el Madrid de esa época era normal despellejarse.

¡Menuda sociedad!

Era una sociedad de excombatientes de guerras. Todos llevaban armas y era lo más normal del mundo. Además se bebía mucho y los problemas se solucionaban a base de cañonazos. La cantidad de asesinatos que se producían en Madrid era tremenda. Era una sociedad muy violenta en un mundo también muy violento.

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